sábado, 26 de diciembre de 2009

BREVES ANOTACIONES DE FIN DE AÑO/ POESIA TERRENAL


La tarea que se proponen los poetas da risa. La poesía es una gran broma cierta. Pero que alguien haya por lo menos intentado un buen poema es un buen chiste. Los poemas que he leído hasta ahora son todos unos trozos fragmentados de otra cosa que nada tiene que ver con la poesía. No hablo ahora de los buenos trozos que he leído, hablo de los volcanes de letra impresa que no dicen nada para nadie. Eso me da risa, porque sé que en el fondo esa nada es la que hace que la verdadera poesía sea válida aunque no se sepa el idioma materno en el que fueron escritas esas líneas. Por ejemplo Kipling. Por ejemplo, Pessoa. Por ejemplo, Martí, y esos no eran poetas, eran narradores de una realidad alterna insufrible. Después de esta revelación yo no quise ser poeta. Pero ser poeta es un oficio que tampoco se busca. Es un llamado como diría ese señor gordo que era pastor de la iglesia donde asistí desde niño. Los llamados a escribir poesía mueren trágicamente. Según he leído, Gerard de Nerval, ahorcado en una esquina de Paris. Romanticismo más que intolerable. Neruda, como Papa. Modernismo interesante. Rubén Darío, no sé como moriría don Rubén Darío. Lo que sé es que anoche leyendo Ortega y Gasset encontré una alabanza a tan misteriosos personaje. Pero otros han sido pose y también, por qué no, tienen su merito. Me gusta por ejemplo exaltar los defectos de otros porque sé que estaré presto a caer en ellos y hasta revolcarme en sus ideales. Así soy. No soy poeta, talvez soy un poco como tantos han dicho de mi, un adulador experimentado, quizás, no quiero decir esto, pero en el fondo creo que ese fantasma que se llama poesía es tan solo un montón de ficciones sutiles y muy bien dibujadas por el primer hombre que dijo algo con elegancia. No hablo ni siquiera de Oscar, el divino Wilde. Hablo de un personaje muy bien escondido por la Historia. Creo que esa historia que siempre nos contaron sobre el origen de la poesía es inventada. Simplemente no creo en ella. Creo que la historia debió ser otra. Un sin fin de casualidades. Usted dirá, más adelante, un sin fin de líneas cartesianas. Lo digo así, porque usted es matemático. Algunos poetas se creen que son poetas de verdad y logran escribir algunos enredos que podrían ser creíbles momentáneamente, es más, a veces, hasta logran convencerme por unos minutos, y otros hasta me conmueven, pero luego me doy cuenta, cuando los releo a los meses que se han secado. Eran rosas momentáneas, por decir una frase romántica. Pero algunos mantienen su rigidez original y entonces se vuelven peores, esas son a secas, rosas del plástico mas vulgar. La poesía, ya lo oí por ahí, es algo que aburre contar. Tratar de contar un poema es tedioso y hasta se puede meter uno en problemas por eso. No vale la pena. Pero a estas alturas, quien soy yo para juzgar a nadie. Soy acaso un académico. No. Me meto a decir estas cosas así porque he leído algunos buenos trozos de poemas. Me gusta mucho leer un poema sin nombre y que me abra un panorama. Eso es un milagro. Hoy por ejemplo amanecí con un recuerdo absolutamente dichoso, la primera vez que leí algo de Huidobro. Las mujeres que están ahí guardadas son de oro. Me gusta esa sensualidad mística, qué se yo, quizás este cometiendo un gran sacrilegio. Pero por hoy quiero desahogarme, tratar de hilvanar este gran desvarió y luego tirarlo a la basura que es a donde han ido a parar todas mis grandes ideas que de grande sólo tenían la g. Si, yo también me creo, muy secretamente alguien que puede escribir por lo menos un buen poema. Pero de poesía no sé nada. Solo voy juntando fragmentos de no sé que. Pienso a veces que mientras más incoherentes, más revolucionarios, más transgresores, innovación. Eso sé. Inventarme versos con rostros de amantes. Pero no soy realmente tan bueno. Hay mejores que yo en eso de tratar de ser artista. A veces los envidio porque se ven como artistas y yo permanezco como una persona a la que le falta el valor de decirle a todo el mundo que yo también escribo, y creo, que a veces hasta pienso que podría ser mejor que esos aparentes poetas. Lo creo porque los noto muy seguros. Y lo creo porque dudo de mí. Recuerdo cuando leí algo sobre Miguel, ese poeta que odiaba a los indios y con los que hizo tanta fama, Asturias. Me pareció un poeta fascinante. Pero luego de dos años, y tras la lectura de los Malditos y Joyce, lo vi como un buen artista del disfraz. Era lógico. El aprendió de todos. Creo que para ser artista también hace falta volverse otro, y talvez por hoy quiero ser yo mismo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

de lo poco que te lei creo que escribis bien, mucho mejor que algunos auto nombrados escritores, que son mas petulantes y vanidosos, pero vos con humildad y autoconfianza podes llegar mucho mas lejos

Max

MarianoCantoral dijo...

Creo que lo que escribiste acerca de la poesía es una postura muy sincera de tu parte, lo creo porque he oído cuando lo opinás a viva voz. DOY FE.

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