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viernes, 11 de noviembre de 2011

Más allá de las tipográficas de Alejandro Marré y sus libros-

 La vida es lo poco que nos sobra de la muerte.
Walt Whitman.

A Marré lo escuché leer unos poemas por primera vez en Octubre Azul.  Era el encargado de un tour junto con Pérez (ahora Meneo), Javier Payeras y otros más. Fue esa tarde que junto con mi hermana Claudia María, fuimos nosotros y muchos más rehenes, en un Metrobus a la avenida Simeón Cañas, a la extraña y al mismo tiempo gloriosa hazaña de abrazar un árbol por unos minutos. Eso fue en el año dos mil, desde el edificio de Correos, entre narrativa, instalaciones ultra-modernas y verbales muestras de identidad, por primera vez vi aquel grupo de poetas que se perfilaban al fin del siglo. Entre ellos Alejandro Marré, quien se casó con una vaca en el Parque Central, como bien lo recuerda uno de sus mejores amigos, en el performance que hizo de el un mito urbano. Todo era parte del ambiente iconoclasta, rebelde, o como dio en llamar algún crítico menos sofisticado: la generación del desencanto.
El fin del conflicto armado interno a finales del siglo XX, la teoría de cuerdas, las muestras de rocas marcianas del Pathfinder y la apertura de los mercados internacionales al mundo, Chávez y su petróleo, la muerte en vida de Fidel Castro, la languidez política de la Universidad de San Carlos y principalmente la exuberancia de la publicidad, crearon esas construcciones meta-poéticas en los libros. Marré, introdujo sin más preámbulos esos recursos de usar nombres para sus libros como Times New Roman punto 12 o Centuri Gothic punto 10, no pueden más que ser una carcajada cómplice con la tecnología y la conciencia colectiva a la hora de escribir sobre un país de lectores de dogmas cada fin de semana.
Los nombres de los tipos de letras son un medio, quizás van de la mano de toda la literatura escrita desde principios del siglo XX, con la irrupción ejemplar de la imprenta, y el tipo de letra Gótica imaginada en 1455 por Gutenberg. En realidad estos tipos de letra tan sólo son lo que son: hologramas perfectos ante la nostalgia virtual de los caracteres dejados por los Neanderthales o los brochazos de los discípulos de los ideogramas chinos. Como escribió el maestro Cardoza y Aragón “En la corriente del arte nuevo enamorado de la primitiva sencillez autentica, hay un gran cansancio, un gran hastío que arroja a sus creadores al ámbito casi imposible del troglodita, del niño y del loco”. Es lo que pasa con esos trazos poéticos surrealistas ordenados bajo un tipo de letra en perfecto orden, aparente. Hice una entrevista a Alejandro Marré, y acá dejo muestra en un tipo de letra moderna:    
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-Lester Oliveros: ¿Crees que sería posible fabricar a un escritor, desde un niño, al que se le enseñe a leer y se le obligue a escribir todos los días como un régimen? ¿Qué pensas de eso y si afecta la educación en jóvenes que optan por el ritmo de vida aislado de una sociedad alienante?
Alejandro Marré: Creo que ambas opciones darían como resultado a personas con habilidades para escribir. Tal vez uno escribiría sobre lo terrible de un régimen y el otro sobre lo terrible de la falta de oportunidades, jeje tal vez me estoy proyectando. Si yo hubiese podido elegir una de ambas, hubiera elegido la que me eligió a mi, la de estar libre para buscar mi propia voz. Pero bueno, al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.
L.O: ¿Puede la palabra conmover el espacio-tiempo y transformar la historia?
A.M: Personalmente creo que la palabra es una invocación y puede ser también un decreto. Creo que algunas frases, algunos capítulos, algunos versos han movido al mundo, desde el "yo soy el camino, la verdad y la vida" hasta el "just do it", el poder que tiene la palabra ha sido subestimado, pero al final de cuentas ha sido lo que nos ha movido durante la historia, y la ha modificado. Creo que alguien que se dedica a la palabra debería de tener cuidado con lo que invoca, porque por allí se hace realidad.
L.O: ¿Por qué el uso de nombres de tipos de letras?
A.M: Las tipografías para mí han sido las herramientas más sencillas, accesibles y a la vez maravillosas, en un sentido estético, para escribir. Hace mucho tiempo que no escribo a mano, y dependo del ritmo del teclado para poder escribir poesía. Me llama mucho la atención los nombres de las tipografías, porque a pesar de que muchos tienen orígenes inverosímiles, al final encuentro una poética en los nombres de dichas tipografías, porque por ejemplo, aunque no tenga nada que ver, pero solo imagínate el nombre "Century Ghotic", cómo te puede transportar a algún lugar, o "Timeless". Pero bueno, otra razón importante es porque creo que están al alcance de todo el mundo, y cualquiera puede crear lo que sea con tipografías. Lo veo también como una forma de cerrar cada capítulo con un nombre sencillo que sea coherente con mi vida.
L.O: ¿Crees que se pueda motivar la lectura en este país por medio de la publicidad y que tipo de campañas se posicionarían?
A.M: qué difícil vos, trabajo justamente en eso. Pero creo que la mayor campaña debería de estar conectada desde los primeros años en el colegio, es decir, desde allí debería de motivar a la lectura, porque luego es un poco más difícil, aunque no imposible claro. Muchas veces se cae en el error de ajusticiar a los niños con lecturas demasiado fuera de tiempo, es cierto que hay que enseñar historia, pero también se puede mostrar el trabajo de los nuevos autores con los cuales quizás los más peques estarían más identificados, por el uso de un lenguaje contemporáneo, y aquí hay muchísimos ejemplos que se pueden tomar en cuenta, incluso escritores que comparten escena con ilustradores, no se, por momentos creo que somos un país falto de motivación en ese sentido.
L.O: ¿Podes contar alguna anécdota que tenga que ver con la poesía en las presentaciones de libros?
A.M: Una de mis lecturas favoritas, fue un performance que presenté en el Primer Festival del Centro Histórico. Fue una lectura combinada con música industrial y un performance colectivo que incluía a unas diez personas. El público estaba formado por 2 personas, entre ellas Rodrigo Rey Rosa y Simón Pedroza. Inolvidable.
L.O: ¿Has escrito algún poema para alguna mujer que no es de este mundo?
A.M: Mis primeros poemas los escribí para mujeres de otros planetas. Pero nunca tuve éxito.
L.O: ¿Paris, New York o Tokyo?
A.M: Soy fóbico social, no soporto espacios con más de cien personas, por eso preferiría, los campos ingleses o el desierto norteamericano. Con un poco de ansiolíticos creo que iría a Nueva York.
L.O: ¿El lugar más extraño donde has intentado escribir?
A.M: Los aeropuertos. Si Tomás en cuenta la respuesta número 7 entenderás que este tipo de espacios me crispan y me convierten en un ser terriblemente nervioso. Tratar de escribir en un estado de este tipo es muy complicado.
L.O: ¿Vale la pena perder el tiempo leyendo poesía en un mundo pre-atómico?
A.M: Vale la pena perder el tiempo en general. Nietzche decía que el camino que no te lleva a ningún sitio, te lleva a todos los lugares. Creo que abstraerse de un sistema tan terrible como el que nos ha regido y dejarse llevar un poco, es un ejercicio importante para todo ser humano. En el mejor de los casos, perder el tiempo es valioso, y perderlo leyendo poesía, es triplemente necesario. Es casi un acto, un ritual.
L.O: ¿Cual es el futuro de un mundo como este, viéndolo desde la perspectiva de un publicista-poeta-médium?
A.M: Creo que el mundo terminó en 1980 siendo optimista claro. Algunos dicen que fue antes. Lo que nos queda es recomenzar la historia, lo que pasa es que entre tanto ruido, cuesta darse cuenta.
L.O: ¿Influencias e influenciados con tu poesía?
A.M: Influencias: Roberto Juarroz, Charles Bukowski, Jack Daniels. Influenciados: Cero.
L.O: ¡jajaja! Esta entrevista será publicada en Modern No.20.

Lester Oliveros Ramírez/oct. 2011
Fotografía Pablo Bromo

jueves, 25 de agosto de 2011

Todo parece una imitación de la vida: entrevista a Javier Payeras.

A Javier Payeras uno lo ve metido en galerías de arte, en simples restaurantes chinos de juerga con los amigos, en bares del Centro Histórico hablando de cosas sin importancia aparente, nostalgias tan entretenidas como los acordes finales del programa ochentero de Hulk con ese David Banner que se va caminando, desarraigado y sin destino. En fin. Pero ante tanta broma y felicidad de este personaje carismático que nunca se pelea con nadie y siempre me hablan bien de él, me pregunto todavía ¿a qué horas escribe?
Recuerdo que fue el causante de que cambiara radicalmente mi forma de escribir y me dio algunos nombres y títulos para informarme y entrar en certero sentido en esa otra modernidad. Me recomendó a Ezra Pound, Bukowski, Carver, y a John Champlin Gardner. Pero lo más singular fue sin lugar a dudas la lectura inicial del libro Ruido de Fondo que me indujo a pensar que algo valía la pena en la movida cultural de Guatemala, que valía la pena arriesgarlo todo. Luego me leí Días Amarillos en una sola noche. La literatura se vuelve lo de menos en estos textos, está ahí la experiencia sin egoísmos ni sobrevaloraciones metafóricas, pura y llana realidad que sangra y ríe a momentos por sus páginas.
El jueves 25 de agosto se presenta el libro editado por Catafixia en su octava toma, La Resignación y la Asfixia. Será a las 20:00 horas, junto con Carlos Meza, "Frank", Valeria Meiller (Argentina) "El recreo", Mariano Blatt (Argentina) "Elias en letras góticas" Con la participación de: Jorge Rodas, Pablo Bromo, Vania Vargas y Hot Sugar Mama. Esta es la entrevista virtual.


Lester Oliveros: ¿Por qué La resignación y la asfixia?
Javier Payeras: El nombre es un relato breve de una poética. Ante todo una visión muy Kierkegaard de la existencia. Ahora, que todo parece una imitación de la vida.

L.O.: ¿En que momento escribiste este texto?
J.P. : Desde hace cuatro o cinco años empecé con el blog, chulo chucho colocho. Al principio estaba reacio de escribir una bitácora virtual, pero luego, revisando el Último Round de Julio Cortázar, me dí cuenta que aquello es un blog. Entonces me decidí a imitar ese libro juguete del maestro. Así salieron los poemas que Carmen y Luis seleccionaron para este libro. También poemas inéditos que vienen desde hace casi diez años.

L.O.: ¿Qué opinas del futuro de la poesía como vehículo liberador?
J.P.: El arte que no libera, no existe.

L.O.: ¿Donde fue el lugar más extraño donde has escrito un texto?
J.P.: Mmmmh. Nunca escribo en lugares extraños. El extraño soy yo, que escribo en esos lugares.

L.O.: ¿Quién o qué te inspiro el libro? Por la palabra "asfixia", algún crítico podría pensar que hay ecos de Palahniuk
J.P.: Puede que sí. Mirá, no me había puesto a pensar en ello. Palahniuk es un escritor que disfruto mucho.

L.O.: ¿Cómo ves el panorama político, si se puede traslucir desde alguna arista poética?
J.P.: Tenemos el país que merecemos. Por egoístas, por mediocres. Los políticos guatemaltecos son un simple espejo de nuestra realidad interior: desinteresados, sin compromisos, criticos sin acciones concretas, cobardes...

L.O.: ¿Qué pensas sobre las nuevas editoriales, el libro como marketing evanescente y las caricaturas?
J.P.: El mercado nunca va a dictar lo que es importante en literatura. Lo hará mientras dure la publicidad que puedan pagar. Las editoriales internacionales desaparecen luego de un tiempo. Se llevan sus autores y sus premios, queda entonces lo que es desconocido, lo que hay que rescatar para el futuro: surge la verdadera literatura.

L.O.: ¿Un pueblo como Guatemala, con su economía tan surrealista, podría llegar a despuntar de alguna forma como Chile o México y además, como estos países, quitarle los impuestos a los libros?
J.P.: Es miserable que un libro tenga esos obstáculos para comercializarse. Los libros en Guatemala son caros, pero nadie protesta, porque nadie lee.

L.O.: ¿Qué otro libro se espera de Javier Payeras, leí tu libro de ensayos y me parece que podrías trabajar un libro igual de dinámico de autores guatemaltecos, pero esta además la trilogía que empezó con Ruido de fondo, Días Amarillos, en fin, contanos que royo?
J.P.: Dejé de escribir libros de género. No creo que esta plaquette que me publica Catafixia, sea un libro de poemas. Es un texto de ensayos, de memorias, de relatos. Mi próximo relato es igual, una mezcla de "géneros literarios", muy libre y curioso.

L.O.: Ya que puedo aprovechar esta pequeña entrevista: terminaran al fin "¿...y dónde está Estuardo Prado?" con Sergio Valdés.
J.P.: Jajajaja, si estuviera portando mal, ya lo hubiéramos encontrado.

L.O.: Antes de despedirme, ¿podes contar alguna anécdota de Crea y los corredores míticos del Palacio Nacional de la Cultura?
J.P.: Espantan, gritan, mueven cosas, Ubico se orina afuera de la taza. Tal parece que el dictador está más vivo que nunca, seguramente está leyendo esto mismo que te estoy escribiendo

Día 24 de Agosto/2011
A través de Facebook.
Publicación Vespertina en La Hora: Periódico Guatemalteco.
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lunes, 22 de agosto de 2011

A, b, c, de Cartonera Maximón.

a
En noviembre del año 2009, o pudo ser en octubre del año dos mil diez, hablábamos con Manuel Tzoc  sobre la idea de hacer una cartonera, pero en mi concepción particular, imaginaba que el creador de tal editorial debía ser Manuel, porque había publicado ya un libro con Santa Muerte Cartonera (México). Esa tarde le pregunté  cuál podría ser el nombre:
-          Cartonera Maximón –me dijo sin dudarlo.
-          Así sea -respondí, y me quedé a la espera del momento.
b
Un sábado de enero del año 2011 me encontré por el Centro Histórico, como por casualidad, a David Marín, quien copa de vino en mano, me contó, en el ambiente hidratante  del bar Ex -céntrico los pormenores de un proyecto cultural que llevaba entre manos, me hablaba de un bar temático dentro de Espacio Bakabs. Consistía en no vender ninguna bebida de los Castillo, ni ninguna de los Botran, ni de ninguna transnacional. Me habló de que se vendería cacao molido, una versión de chocolate artesanal y si en caso alguien quisiera algo más fuerte se pondría una medida de boj mientras sonara únicamente música nacional no-comercial. Era un verdadero intento de retomar la idea original de compartir en el centro con gente ultra moderna un espacio abierto recientemente.
Quedamos que lo apoyaría con una lectura de poesía y nos reímos imaginando la música de Pájaro Jaguar a un volumen moderado  mientras leíamos nuestros poemas en una clave sónica y fonética. Fue una semana después que un grupo de arqueólogos, que según entendí,  que trabajaban un proyecto en Bakabs con algunas ideas de la temática sobre el Baqtun 14, casi que interrogaron a Marin y, según a mi entender, le hicieron algunas recomendaciones que nada tenían que ver con el arte. Le dijeron que ya no dijera malas palabras. Estuve riéndome por 20 minutos y cada vez que me volvía  a recordar del incidente me volvía a reír. A raíz de esto y que el socio de Espacio Bakabs, dijo finalmente que no imaginaba todavía una fiesta de esa magnitud y sin alicientes comerciales.
Marín ya no quiso hacer nada y  tampoco toco el tema por un largo periodo. Sólo recuerdo que le conté sobre la publicación accidental de mi libro y me dijo “…espero que sea mejor a lo que vimos en el Gran Hotel”, y se río.
En este periodo había hablado con Luis Méndez Salinas y me había dicho de su deseo de publicar mi Deliriosaurios, un libro hibrido de narrativa crónica y poesía aleatoria.  En eso me dijo que se habían quedado sin dinero para más ediciones, creo que en mi afán de publicar pensé en fotocopiar unos diez ejemplares del Deliriosaurios y venderlo en la fiesta de Marin, donde también iban a estar, según su rotunda imaginación, los libros artesanales. Así que en el impasse de diagramar el texto, revisarlo finalmente y sacar las copias, me imaginé el logotipo de la cartonera Maximón de la que hablamos con Tzoc. Así que tomé el icono de Maximón más antiguo que habría visto en casa de una tía y lo convertí en Photoshop a simple silueta. Así nació la cartonera, además que vivía en la Reformita en la zona 12, acompañado por una estudiante de trabajo social que entre otras virtudes tenía la gracia de ser Kaqchiquel. Dormíamos en la misma cama y de vez en cuando nos jalábamos del pelo o nos poníamos a descubrir el sabor de las manzanas.  Entonces pusimos el día 17 de Febrero.
La plaquette Deliriosaurios se publico junto con un libro de varias poetas mujeres que se juntaban a leer poesía en esos miércoles dramáticos que se dieron en llamar Poesía al Limite. Así que la inauguración de la cartonera Maximón, aunque sus enunciados gritaban que era un juego y que la editorial en realidad no existía. Los medios nos dieron publicidad, y Siglo XXI publicaría una semana después una página entera de su semanario Magazine para dar a conocer a toda Guatemala el extraño Deliriosaurios, una crónica condensada y sintética de mi búsqueda de identidad. Me encontré con que era un pastel de tres leches, algo así como un vástago de Europa con raíces mayas y una fuerte sensibilidad portuguesa.  La Cartonera Maximón vio la luz con dos publicaciones: Orgasmos Múltiples y Deliriosaurios. Los dos libros de corte artesanal, sencillos y a 25 quetzales cada uno. Esa noche en Espacio Bakabs estuvo además David Marín y J.M. Culebro los dos músicos experimentales.  Terminamos la actividad en el Bar Ex –céntrico hablando más del 2012, los nahuales apocrifos que había descubierto Marín y con Juan Calles celebrando el tono del libro, que para el tenía ecos de Miguel Ángel Asturias a quien yo detestaba de una forma inofensiva.

c
En el mes de Octubre 2011, tengo programado publicar en la Cartonera Maximón al poeta, ensayista y narrador Leonel Juracán y su libro llega desde el centro de una ciudad humeda, viscosa y maloliente.  Es un libro urbano de una mirada turbia a las esquinas de la zona y una visión universal que convierte en prismas las más profundas penas de la existencia.  Sigue la Cartonera Maximón como juego y un ejercicio de ingenua imprudencia en la movida editorial del mundo. Saludos desde el epicentro.

Enunciados de Cartonera Maximón
1.- El cartón es calle.
2.- Si, la calle misma y sus rincones.
3.- Las cartoneras no existen y todas las editoriales son cartoneras invisibles.
4.- Una cartonera siempre será una simulación divertida de un libro que es de todos y se esta escribiendo siempre en las paredes.
5.- Los libros de la cartonera no respetan los horarios de oficina e ignoran los perfumados pasillos residenciales.
6.- Cartonera Maximón es un juego.
7.- No existen los poetas, pero existe la posibilidad.
8.- Todos somos artistas y todos podríamos escribir el Decamerón o el Quijote de la Mancha.
9.- Homero esta por nacer.
10.- No existen los escritores, sólo los lectores voraces agudos y perspicaces.
11.- Esos lectores no lo saben, a veces.
12.- Esto esta pasando ahora mismo en un libro cartonero llamado Guatemala.
13.- Esto existe en tanto no haga zapping.


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miércoles, 25 de mayo de 2011

CÓMO CAZAR UN LEON


               
                Donde es un cazador, un vendedor, un poeta, se les conoce a leguas. ¿Por qué? Pues porque siempre sonríen con tranquilidad. Don Mincho es un cazador. Su rostro moreno, picado por alguna viruela tenaz, ojos prudentes y una conversación fluida y simpática, logran ese acento de cazador de búfalos transparentes que solo se encuentran detrás de la realidad. En este caso, nuestro cazador de animales extraordinarios es el vocero de la comunidad. Vive a la vuelta de la iglesia construida en mil quinientos algo y además es espiritista. Me contó de todo, como si hubiera sido amigo mío por años. Me contó que, a sus setenta años, había sido caricaturista, escritor, parrandero, católico esmerado y por último, me confesó en voz baja,  que también por un tiempo había participado en política. Me habló de su empeño por la vida y la locura de vivir haciendo lo que más le gustaba: ponerse a propósito tareas imposibles o exóticas para la mayoría. Como esa vez que subieron con un su amigo una planta eléctrica a gas para ponerle luces a la cruz del cerro, en un día especial. Cuenta de todo, como digo, y todo es poco para el tiempo que no se detiene.
Ahora su trabajo es solitario. Empieza a las nueve de la noche, por medio de un antiguo micrófono, como los de TGW, a vocear los anuncios más relevantes de ciudad vieja. “Mire usted, acá, hasta el Ministerio Público ha venido, los del Centro de Salud o el Ministerio de Salud… a buscar datos que yo doy desde este centro de operaciones”.
Don Mincho fuma. Me ofrece un cigarrillo y yo lo acepto de buena gana. Platicamos de lugares de Sacatepéquez, de las cataratas de Dueñas, el Ojo de Agua de las cercanías de Alotenango, de sus intuiciones. “Oigame, yo aunque no tenga reloj, ya sé cuando son las nueve, no sé... lo presiento, lo sé y me siento aquí a trabajar”, me dice al tiempo que me enseña muchos micrófonos antiguos que el mismo ha reparado. “La necesidad me ha vuelto inventor, usted”, me dice. Yo lo veo orgulloso, feliz, como aquellos cazadores que ven invisibles las cabezas de todos los animales peligrosos que han cazado, y el mira a su león, que es la vida, como Francis Macomber el personaje de Hemingway,  transparente y feroz como sus nostalgias y disparates. Su voz se oye en todo el valle anunciando cosas por las que nadie se preocupa hasta que pasan.

martes, 25 de enero de 2011

CONVERSACION CON TRUDY MERCADAL EN EL PALACIO DE LA CULTURA (PRESENTACION DE LA ISLA/ULI STELZNER)


Habíamos quedado con Liliana de vernos en el Palacio Nacional para la presentación de La Isla. Ya antes (me lo recuerda a cada momento que puede con esa risa…), de cómo la dejé plantada en una ocasión para la misma película. Llegamos con un amigo mutuo, con el que hemos ido primero al bar Granada a platicar de Blaise Cendrars y sus viajes reales e imaginarios. Nos encontramos a Liliana frente al palacio, sonriente, con ese traje de San Juan que tanto gusto me da cuando lo luce con una sonrisa, a unos minutos de que caiga la noche. Me parece correcto lo que dicen todos, eso de llevar cédula para entrar al Palacio de la Cultura; pero ya en otras ocasiones he entrado fácil sin mostrar ningún papel. He olvidado mencionar que saludamos a Cesia Godoy en la entrada y le cuento de algunos libros de Cendrars, opina que los viajes imaginarios son generalmente los primeros que uno debería de haber sellado en ese pasaporte alucinante de la mente. Se queda fuera esperando a unos amigos y luego ya no la veo al terminar la función.

Trato de poner en el mostrador todo lo que tengo entre las bolsas, desde cigarrillos quebrados, las llaves de casa y la bicicleta, el billete de un dólar y el encendedor Bic, con el que hacia unas noches encendíamos felices una vela del Café Chocolate. Encuentro a Trudy en la entrada guiando a todos a la sala para presenciar la película. La veo emocionada, juvenil y dinámica, como un átomo, un átomo azul que ha estado trabajando un proyecto personal en los archivos de la policía. Pasamos a la sala en el momento justo que todo se pone en marcha.

He visto tres veces la presentación de esta película–documental de Uli Stelzner y me sigo preguntando porqué nadie en mi propia casa me había contado esta historia. Una cosa si me viene a la memoria, las palabras certeras de mi abuela materna cuando decía que del cielo a la tierra no hay nada oculto. El descubrimiento de estos documentos a punto de ser condenados al olvido y dejar fragmentada una parte del rostro oscuro de una ciudad pequeña pero con un infierno bastante amplio, fue casi un milagro de esos que nadie puede explicar con ciencia. Lo otro que se fue gestando si se rastrea desde el intelecto, la razón que va vislumbrando, uno a uno, los rastros del dolor y la crueldad.

Al final, pude hacerle a Trudy una entrevista breve y simpática sobre este asunto. Alguien me jaló del brazo y me dijo que Uli estaba en la sala, pero hay personajes que es mejor dejar en el misterio.


Lester Oliveros: ¿Cómo es el ambiente “normal” en este archivo de la policía?

Trudy Mercadal: Tranquilo, mara dedicada a lo que hace, amigable.

L.O.: ¿Habrán fantasmas?

T.M.: Mmm, yo no creo en fantasmas vos. Todavía no he conocido uno que no tuviera una explicación más creíble y racional, a que es un fantasma.

L.O.: ¿Una de las anécdotas interesantes de tu proyecto y situación que te llevó a ir directo a este archivo?

T. M.: ¡Ala tantas! Descubrir la valentía y estrategias del G.A.M. para hacer activismo por sus familiares desaparecidos. Muchos murieron después por eso. ¡Que corajudos! Pero mi tema de investigación no tiene que ver con victimas y desaparecidos, sino con la incidencia de países extranjeros en Guate en esos años.

L.O.: ¿Como es tu ánimo antes y después de estar en contacto con estos documentos?

T.M.: Muy compungido. Pero engazada.

L.O.: Viendo a futuro, muy futuro, que podrías adelantar de lo que sería este archivo en 2020

T.M.: Espero que un recurso tanto o más valioso que los Archivos Generales de Centro América. De hecho, ya lo es, tiene documentos que van más atrás de los años 1920. Un gran recurso para ir a hacer investigación histórica, sociología, de todo tipo. ¡Tanta tesis que pudiera salir de allí!

L.O.: ¿Cómo es la gente del archivo?

T.M: Bien buena onda, ayudan mucho. Les llena lo que hacen. En su mayoría, muy jóvenes, así que bien alegres también.

L.O.: ¿Se puede comer, fumar, hablar recio, callar, y cuál es el aspecto de las paredes?

T.M.: Fumar adentro de plano no. Comer y beber si, pero preferiblemente te salís a la cafetería para no andar dejando migas y regazones. Todos tenemos una botella de agua a mano, sin embargo, y por respeto a la gente, concentrándose en investigación, el ambiente es silencioso, como una biblioteca. ¡Las paredes si necesitan unos sus cuadros o algo! Son verdes y desnudas en su mayoría.

L.O.: ¿Hay algo realmente repugnante ahí?

T.M.: No, nada repugnante. Limpísimo.

L.O.: ¿Hay algo espiritual?

T.M.: Me imagino que para la gente que es espiritual tal vez. Yo no lo soy. La mayoría de gente está en sus escritorios trabajando y los investigadores estamos en las compus, leyendo. Eso es todo.
L.O.: ¿Algún chiste que se te haya ocurrido estando en el lugar?

T.M.: Pues hay algunas situaciones tan surreales en las cosas que una lee allí que rayan en lo cómico, pero de aquel humor NEGRO-NEGRO. Ya sabes que los seres humanos, hasta en medio de las más grandes tragedias, buscan lo humorístico. Es una estrategia de supervivencia emocional.

Termino de entrevistar a Trudy Mercadal vía electrónica. Me parece que luego de presenciar situaciones tan divertidas, como un travesti que nos dijo que se había vuelto así por el conflicto armado, ya no hay más por anotar. Recuerdo la lectura del Material Humano, las fotografías de Jean-Marie Simón y tanta fotografía casi desamparada al imaginario en las calles del centro histórico.

Esa noche terminamos cenando en un restaurant que esta camino a casa, llamado Alicante, sirven unas hamburguesas con papas y cerveza en un ambiente alegre; por la risa de los comensales, seguro seguirán ahí hasta las seis de la mañana.


Fotografía: http://www.hrdag.org


martes, 10 de agosto de 2010

OBSERVACIONES SOBRE -USSA-LIBRO DE BENJAMIN ELIEZER


USSA, Benjamín Eliezer.


En ningún momento pensaré en escribir una nota crítica profesional. Eso, imagino yo, ya lo harán a su debido tiempo profesionales del idioma y expertos en la poesía mexicana de la primera década del nuevo siglo. Esto es más bien un listado sin numerar de observaciones generales.

-El libro de Benjamín vuelve el rojo y el azul de color negro.
-53 Estrellas sin una sola constelación.
-El coloso sin alas, con venas negras y casas blancas, cae en un estruendo que llega hasta el DF.
-El águila que anuncia el libro esta bastante desplumada, sin embargo grita nombres desde sus pantallas neón y vallas de carretera.
-El nuevo American Nightmare en un poco más de 64 páginas en una bella construcción personalizada.
-Dolly Parton, desgarrador concierto sinfónico, maternal y urgente, con el rostro más bello del marketing solar.
-Dibujos a tinta donde los rostros Históricos se transforman en poemas con gran resolución de imagen.
-Básico clamor del poema en el poema dentro del poema (Walt Witman mimetizado).
-Imposible voz que narra y cae en la trampa del poema (resuena Bukowsky ebrio).
-Lucidez que abarca y condena liberando voces donde se rompen los bordes de la bandera y se vuelve a zurcir el corte con el águila que muerde a la serpiente.


Guatemala 8 de Agosto 2010
Fotografía del autor del libro USSA

lunes, 9 de agosto de 2010

ANECDOTA BREVISIMA DE COMO CONOCI A EFRAIN RECINOS



Tuve la oportunidad de conocer en persona al maestro Efraín Recinos en el Ier. Festival de Escultura en el museo Carlos Mérida. Lo reconocí enseguida, sentado en la grama bajo la sombra de uno de los paredones del museo. Estaba compartiendo con amigos suyos bebiendo alegres unas cubas. Debió notar mi emoción al saludarlo y me invitó a compartir un momento allí con ellos mientras hablaba sobre un poeta ingles y declamaba uno de sus poemas. Fue un honor real. Admiro muchísimo su capacidad creativa. *



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*Esta anecdota figurara en el anecdotario oficial del creador Efraín Recinos.
Fotografía Jorge Palmieri

miércoles, 4 de agosto de 2010

CONTRACANTO/ IVAN OSORIO (I)


Recuedo la negra sangre
bañando los torsos,
nuestro coraje y locura
esparcidos en la arena.

Contracanto


Me regalaron una brújula para mi cumpleaños. La brújula es parte de un planetario que llevaba una bombilla. Con las luces apagadas en mi cuarto se pueden ver muchísimas constelaciones. Boreales y Australes. Ante tanto punto referencial del cielo y de la tierra, leo Contracanto. Es un libro que evoca, desde los antiguos mapas de ruta, primeros intentos de formar ciudades y banderas, hasta remontarse a los clásicos griegos y latinos en una faena marítima interior donde las imágenes de la historia se vuelven al presente con un rostro total. La diagramación del libro es la estética de los primeros intentos por dibujar el mundo. Me gusto mucho la portada y la contraportada. Iván Cruz Osorio es el autor de este anti-canto. Lo conocí en el bar el Olvido y tuvimos una grata conversación con puntos de vista similares sobre los poetas de su tierra. Ivan es mexicano. Me regaló su libro en medio de cervezas luego de la lectura. Lo firmó y dibujó una América de su puño y letra.
Uso lentes oscuros para leer la nueva poesía latinoamericana, algunos tienen tal magnitud que podrían dejarnos ciegos. Así es Contracanto. Iván logró poner títulos próceres de nombres de hombres ilustres que conocimos en los años básicos de nuestra vida para llegar a esa América didáctica: Simón Bolívar, Andrés Bello, Manuela Sáenz, José de San Martin, y otros que fueron reconocidos por su tarea independiente. A más de eso la poética de Iván Osorio es una limpia construcción moderna de verbos refinados de una redacción precisa.
Atalaya y Corifeo. Contracantos que terminan en el amor a una patria ideal, esa que a estas alturas del poema es todo y todos somos. El poema es una serpiente de versos que tragan y vomitan lo antiguo y lo nuevo; alcanza a Europa en su canto y lo vuelve peligrosamente nuestro. Contracanto es una brújula. Ahora ya puedo saber donde esta mi tierra.

Con este verso termina el gran canto-en-contra de Iván Osorio, quizás una profesía:


...yo les diré por qué vivimos eternamente en el ayer,
por qué vivimos de pensamientos,
de dogmas, de errores del ayer,
por qué es el pasado y no el presente
lo que hoy nos condena.


Blog de Iván Cruz Osorio, poeta de Tlaxiaco, Oaxaca, México.

martes, 20 de julio de 2010

PARTICIPACION EN FILGUA


Daniel Alarcón Osorio,
y su libro Aprender a Quedarse,
Vrs. su biblioteca-universo.


El libro de Daniel Alarcón, es un libro auto publicado, esto es símbolo de la libertades que se pueden encontrar en este texto. En el micro-relato New Age de Aprender a Quedarse, se puede pesar, catar, sentir el bouquet de esa ironía ya sentida en Amo a mi mamá. La crítica de Daniel va duro contra el sistema. Hay suficiente intuición Kantiana para saberse ingenuo de ciertas maquinarias malévolas que circundan estas burocracias prehistóricas donde abundan esos tiranosaurios con corbata que van en limosina a Hiperpaiz. La crítica es eficaz porque logra que el texto resulte en una compacta creación estética que doblemente espejo se revierte sobre el lector.
Dante Liano, ese excelente narrador, escribe en el prólogo la constante de las creaciones textuales de Daniel Osorio, yo agregaría una basta cultura como lector. El año pasado, tuve la oportunidad de almorzar con Daniel. Me invitó a su casa por el diseño de una revista virtual que soñaba desde hacia ya mucho tiempo. Fui, deje mis libritos en una mesa, en el espacio menos encopetado, y entonces por poco me caigo de espaldas. Tenía, tan sólo en su cuarto de estudio más de 8,000 libros aproximadamente, una mesa como ya mencioné con unos grandes tomos, entre ellos un libro grueso de Anton Chejov. Vi en esa librera los mejores títulos de William Faulkner, clásicos en regla, libros antiguos, editoriales desaparecidas y recientes de toda Latinoamérica y Europa, autores del Boom latinoamericano, varios escritores modernos norteamericanos que valdría la pena leer antes de llegar a los treinta y re-leer a los cuarenta, autores franceses que yo idolatraba, cientos de títulos sugerentes. Me senté en una mecedora y pensé en quedarme a vivir en aquel cuarto y pensar como Borges pensaba, que el universo era una basta biblioteca. Daniel posee entonces una galaxia personal.

Su libro, tiene referencias caras de libros seleccionados. Pude ver que cita a Cabrera Infante, gran sarcástico y humorista. Y así, por otro lado Daniel, como buen lector, ha leído con naturalidad las crueles facetas del mundo. Cada texto es un fractal, un color del magno caleidoscopio de ese mundo que es un tanto cínico y sucio en esta parte del mundo. Por otro lado, hay un vértice romántico, y aunque la palabra convoque ciertas imágenes en desuso por la tecno-música y el Reguetton, es valida la ternura, el reencuentro con imágenes de la infancia, el tejer desde la ingenuidad un sueño paternal donde el hijo es también héroe. Veo en esto algo de los mismo que se ve en la generación de post-guerra, estos chicos desencantados que a todos nos encantaron como Javier Payeras o Alan Mills o Byron Quiñonez, donde abunda el desasosiego y la irreverencia pero también surgen gestos de respeto y una ternura ebria de excesos, naturales en nosotros los seres humanos que aun no logran descifrar los psicoanalistas.

Este es un milagro más en la mínima cooperación gubernamental por botar los impuestos a los libros. Ya desde hace muchos años que en México se han olvidado de algún día los libros pagaban IVA. Así nos vamos quedando atrás. Los pocos que tenemos acceso a las bibliotecas o internet, vamos lento también, porque el avance es un privilegio para las masas, que la gente por multitudes lea y crea en un estado que va en el tren del futuro sólo serán posibles cuando los mercenarios de políticas subversivas, empiecen a notar el avance inminente de otro frente que va jugando en serio por la transformación.

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El libro Aprender a quedarse, será presentado por Luisa Perez y Léster Oliveros, en el Salón Fuego del Parque de la Industria a las 17: 00pm.

jueves, 15 de julio de 2010

TODO MONSIVAIS EN EL BAR EL OLVIDO


(*FAVOR LEER ESTA NOTA PENSANDO QUE HOY ES MARTES)


Ayer llegamos al bar El Olvido. Iba con Norma Chamale, que le parecían sombras cada una de las esquinas hacia el lugar. Los travestis de la calle siguiente se volvían y miraban sin atención a los carros y sus luces sucias en esa noche húmeda y fría. Alguien pasaba frente a nosotros y parecíamos rogar por que no fuera siniestro ni malévolo. Todos iban sin sombrilla, mojados y con la mirada dulce de los que no le temen al agua. Pero aún así caminábamos atravesando la zona uno como si fuera parte de los pasillos de nuestra propia casa. Al llegar oímos el lugar vibrando con una rara luz olvidada. Norma conoció por primera vez El Olvido al probar el vaso con hielo, ron y Coca Cola. Adentro, en la habitacioncita intima se fermentaba la amistad como un agave fonético, voces de varios humanos que jubilaban la monotonía de una palabra. Alan me presentó a los primeros poetas mexicanos que encontré en la entrada, Javier Payeras a Ivan Osorio, quien era versado en asuntos serios de la movida editorial en México. Un joven poeta, a la par mía estaba visiblemente feliz, decía a todos que era su cumpleaños y llevaba como medallas al pecho, dos etiquetas rrancadas de los litros de cerveza Cabro: era nada más y nada menos que Benjamin Morales, a quien fue revelado el enigma de la noche. Vio delante de él a una mujer y le dijo:
- Tú te vistes muy hermosa.
- No sabes lo que estas viendo Benjamin –le advertí.
- Qué es –pregunto el.
- Ella es un poema corpóreo –le dije, viendo a la mujer –, cada vez que habla sus ojos se iluminan, tiene el talento de borrar la luna con una sola mano, y suele devolver al cielo estrellas que teje con sus deditos –terminé sonriéndole.
- Pero estás enamorado de ella –me dijo sorprendido.
- Cómo no estarlo si es mi novia –le dije, viendo a Norma quieta, hermosa y segura, con su güipil celeste bordado en Chiapas.
- Ya que sos cronista –me dijo mostrándome el pecho –hay hablas de esto y de mi cumpleaños.
- Es un trato.
Terminamos la noche hablando de Carlos Monsivais y su feliz muerte de sabio gracioso, y al final se nos apareció en una de las esquinas del Olvido.

jueves, 1 de julio de 2010

PAULO COELHO FASHION


Paulo Coelho es un escritor ligth. Alguien que me quiere un poquitito me dijo que lo había visto fashion con un chaqueta negra promocionando MNG y, playeras que llevarían impresas sus frases más importantes. Tiene el porte, la publicidad y el marketing de su lado. Es brasileño pero en el fondo pareciera de acá. Lo que sé es lo poco que he leído al respecto. En el 2003 leí el alquimista. Fue un libro que no me emocionó tanto. Desde muy pequeño tuve la fiebre de que los metales se podían trasmutar en oro, y creí firmemente en la telepatía, la telequinesis y en el poder de las palabras. Había leído sobre Paracelso e incluso había curioseado en libros de magia negra que resultaban ser charlatanerías de gente que lo único que imaginaban como magia era el dinero fácil. Incluso, encontré en una librería de libros usados un librito que forré de rojo, en el cual habían tantos consejos para volverse rico con sólo el poder de la mente y la repetición de mantras que le intereso tanto a mi maestra de 2do. básico que me lo pidió prestado para siempre. Me gustó la forma sencilla en la que estaba escrita la novela, pero me gustó más el final. Hasta que una amiga me prestó los tres tomos gigantes de Las Mil y Una Noches y encontré la historia original del sueño del tesoro que remataba el libro del ilustre Coelho. Y entonces, terminé de exiliarlo al sótano de los escritores de Best Sellers comerciales, donde de seguro se encontró con Isabel Allende, J.K. Rowling y con Stephenie Meyer. Pero el talento de Coelho es de un orden más bien paternal. Muchas mujeres, a través del mundo se han sentido atraídas por este personaje de 63 años con cara de aprendiz de mago. He visto fotos de mujeres árabes exaltadas con un libro del escritor en sus manos en colas enormes en librerías para que el autor les dedique un autógrafo. Sus personajes mal delineados no son tan poderosos como las ideas renovadas que da extractadas de la Biblia, el Ramayana o cuentos fantásticos de Las Mil y Una Noches traducidas al presente. Sin embargo Paulo, era un verdadero personaje en la adolescencia, un muchacho inquieto enrolado en la onda de los 60s con un estilo de vida gitano. Por alguna razón aceptó la invitación de alguien para recorrer el Camino de Santiago y ahí lo tenemos, relatando después el Diario de un Mago. Así es la vida.

martes, 22 de junio de 2010

EJERCICIOS DE LA MEMORIA


Bueno, la verdad es que en mi vida había imaginado ser militar. La idea fue de mi papá. Y aunque en el año 2007 tuvimos por fin una serie de conversaciones formales sobre todos esos años, se me olvidó preguntarle que lo había motivado a entusiasmarme por todo un año para que estudiara como nunca, para entrar a una de las preliminares escuelas politécnicas del país. Recuerdo aquel año como uno de los mejores, pero por el acercamiento que tuve con mi papá que me enseñó desde matemática, ciencias naturales, ciencias sociales hasta política guatemalteca básica, revisando el pensum de exámenes obligatorios para ingresar como aspirante a caballero cadete.
Cuando llegué por primera vez al campus del Instituto Adolfo V. Hall Central, que recuerdo de una forma muy difusa, me fijé en la fachada de sus oficinas al estilo norteamericano del oeste. Dos altos pinos donde colgaba una gruesa cuerda que meses después comprobé su dificultad al subir brazada a brazada hasta besar el nudo sujeto a un tubo de metal sostenido de las ramas más altas. El patio principal comunicaba a otro, donde recuerdo una caseta donde vendían sodas, galletas y panes con jamón, y desde ahí se apreciaban las aulas de los nuevos, como nos llamaban a los de primer ingreso. Al fondo, detrás de los baños y la peluquería estaba el polígono. Era un área igual a un campo de futbol completamente de terracería en la que para algunos eventos, o talleres de tiro, se llenaba de cascabillos. Pero además era, y fue por unos fines de semana, uno de los teatros más terribles de entrenamiento o castigo. Algunas tardes, según el ánimo del sargento de batallón, nos enfilaban a todos los nuevos, divididos por aulas, para entretenerse en vernos a mas de 400 aspirantes a cadetes subir y bajar sincronizados a la orden de ¡a tierra! y ¡firmes!. En la primera media hora los que tenían menos condición física iban descompasando. En una hora, los desacompasados terminaban en un grupo aparte comandados por algún cabo dragon que les daba un trato especial, gritándoles “puta mucha, yo que ustedes mañana ya no vengo” “y por qué quieren sufrir pues… ahorita mismo estarían disfrutando de una su coca cola en su casita viendo tele”, luego, siempre era al más sofocado, el que estaba ya con los ojos desentonados y que ya no podía seguir, le ordenaban pararse en un hormiguero, lo veían retorcerse con todas las hormigas trepándole por las botas y anclarse en sus piernas por montones hasta que el muchacho terminaba pidiendo perdón, clemencia, llorando por su mamá.
Efectivamente algunos ya no regresaban. Otros éramos masoquistas. Nos dieron el birrete un 3 de Marzo del año 1991. Mi número de antigüedad era 199, estaba en la mitad de todos los 400, que habían sido seleccionados de casi 3000 muchachos que habían llegado de colegios de renombre y escuelitas marginales como la mía. Muchos con papas coroneles o, toda una casta de tíos tenientes o primos traumados desde los siete años con el sueño de la Escuela Politécnica. ¿Qué hacia yo ahí? Inmediatamente pensé en sobrevivir a los castigos, era necesario sobrevivir a como diera lugar entre todo un batallón de muchachos de segundo año con la consigna de vengarse con los nuevos de lo que a ellos les hicieron los de tercero cuarto y quinto. Sobreviví los primeros meses. En el aula, pequeño ecosistema, coexistía una paradoja: estaba el número uno de la promoción, un tal Martínez Martínez y el último de la promoción, el famoso Vásquez, que una vez le escribió en un papel a un Sargento “que tenía dientes de tractor”, y por él nos llevaron al polígono a sudar lodo. Me divertía mucho este Vásquez, era el único que no se tomaba en serio ser militar; contaba chistes en los tiempos libres y casi que ignoraba al número uno que se perdía entre libros haciendo planas de caligrafía. Al número uno lo adoptó el sargento de batallón, que para su mala o buena suerte, era también el número uno. Así fue como perdió el respeto de todos, además de ganar la reserva de muchos que ya no comentaban nada delante de el.
Llegó el medio año en medio de castigos todos los fines de semana. Llegaba a mi casa tan cansado que si tenía que hacer deberes los ignoraba, cenaba y me dormía tan profundamente como no lo he hecho nunca. Mi carácter cambio al darme cuenta que si podría soportar todo en cuando a castigos físicos pero estaba, desde el principio, carente de disciplina académica para mantenerme al ritmo. Imagino que fue el resultado de una mala planificación por parte del que me había inducido a estudiar ahí, y terminara viendo como mi mamá corría en contra tiempos a pagarme la mensualidad a ultima hora. Me retiré. El día que mi abuela me dijo que si quería seguir ella terminaría pagando la matricula, me dolió algo en el interior que lo rechace dignamente y creo que fue la mejor decisión, porque no sé qué hubiera pensado después al verme en un lugar donde realmente nunca había, ni remotamente querido estar.
Imagino ahora los botones del uniforme de diario lustrados con la pasta Brasso. Las botas lustradas con saliva y algodón con pasta KIWI hasta dejarlos puro charol. Oír a los maniáticos de quinto año, con sus charreteras de bronce con fusiles cruzados, gritar desde el medio del campo “¡aspirante a caballero cadete!” con el sueño de la Escuela Politécnica. Me da risa. Años después comentamos esto mismo con Giovanni Pinzón que también vivió esa pesadilla y nos reíamos sentados bajo un pino gigante en la terraza del Café Oro.
Dos décadas después, agradezco al destino no haber seguido el falso sueño de mi papá. Leyendo La Ciudad y los Perros de Mario Vargas Llosa me sentí de nuevo sobreviviente.


Lester Giovanni Oliveros Ramírez
Junio 2010
fotografía de Jean-Marie Simon
Hora de inicio: El miércoles, 23 de junio de 2010 a las 19:00Hora de finalización:
El Viernes, 23 de julio de 2010 a las 19:00Lugar:
(Ex) Céntrico. 7ª avenida 12-32, zona 1.

jueves, 29 de abril de 2010

DORIAN LIMA EN EL CALLEJON DEL OLVIDO (AMIGOS)


Una persona no sólo es un mundo, es una atmosfera, un circulo, un misterio revelado a los ojos vedado, al tiempo de la experiencia de uno mismo a sí mismo vedado. Uno no sabe quién es hasta el instante de la renuncia. Pero, en la misma mecánica de engaño y apariencia, ocurre que el lenguaje es la puerta y la ventana. En una de esa tantas gentes que ven blogs, que visitan recintos virtuales, apareció este internauta navegando en mis textos. Nos vimos la primera vez en una bizarra muestra de villalobos, javier Payeras y Juan Pablo Dardón. Todo es literatura, todo es ficción. A Dorian Lima lo une el arte al mundo. Amigo de Ramírez Amaya desde el tiempo en que se quemó el hotel Bilbao, los excesos de Alejandro Urrutia y una afición a la bohemia. Es un artista porque aprecia el arte, y me atrevo a decir todo esto porque sus manías son infinitas por los detalles. Hay ocasiones en que nos ha bajado de su carro para enseñarnos el detalle de una casa en la zona 1, y puedo ver que no es un fragmento aislado, sino de años de apreciarlo cada vez que pasa. Cuando viví en la zona uno me prestó un libro de la arquitectura del Centro editado por CCE. Anduvimos vagando por la zona uno perdidos viendo detalles. Sentados en la Maya Quiche donde míticamente conocí como la Sinagoga, porque a Dorian se le antoja que el cuida carros es un rabino, y en efecto tiene unos canelones de judío, pero el caminar de un guerrillero lisiado. Dorian resulto ser amigo de mi papá y de alguna forma confidente de una pareja de locos, que éramos, hace un año, Wendy y yo. Hemos agotado horas en el Olvido hablando de la vida. Que Dorian mira desde una óptica juvenil y cínica. En ocasiones yo soy más viejo que este amigo con cara de buena persona. Sin embargo, todos hemos tenido épocas de abundancia y de necesidad. A veces me habla de esos años de abundancia y derroche. Su voz se vuelve grave. Parece que dio todo. La generosidad es uno de sus más bellos defectos. En el fondo, parece que no le debe nada a nadie, ni a el mismo, así que sus remordimientos son pasajeros, y antes de una lágrima estira una risa sincera. Uno de sus gustos más caros son las antigüedades. Tiene una rockola muy bien cuidada de los años 50, una colección de dibujos de Ramírez Amaya, una dispar selección de objetos que a Picasso darían envidia. En fin, es un gran amigo porque creo que supo, a lo largo del tiempo comprender la amistad y tener bien presente que vivía en Guatemala y en el primer mundo a la vez. Ojala nunca tenga que ir a pedir fiado a la tienda.
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Fotografía de Dorian Lima (izquierda), tomada por Ricardo Contreras (la sombra es parte de su dedo indice). Ramírez Amaya (el Tecolote) en medio, haciendose el borracho.

La autoridad de la barbarie

Me ha parado la policía: ¿Documento de identificación? No lo traigo, respondo. (Los dos oficiales muy serios), uno de ellos alza un cuader...