viernes, 30 de octubre de 2009

SESENTA Y NUEVE EL TREINTA Y UNO


A Wendy Castillo, con amor.
69
Sesenta y nueve formas de amarte,
giratoria y telescópica
mecánica de círculos y burbujas
luces de camionetas y rótulos de hoteles vacíos
lunática y microscópica,
silenciosa
marítima
para mi confort pornográfico
sos de miel y de encanto
mi guia invisible
mi pequeño satélite blanco con ojos por dentro
adentro me estoy volviendo un liquen en tí
un pequeño insecto que repta bajo tu almohada
no sueño conejos
sin una idea publicitaria
porque de todos los péndulos dependo
porque he sido como un bote de Nescafe vacío
lleno de botonetas m&m que tu me has regalado.

lunes, 26 de octubre de 2009

VISITA A UN ZOOLOGICO DE LUJO/ EXPOSICION DEL TECOLOTE RAMIREZ AMAYA


Ese día había resuelto llevar a Mariano Cantoral a conocer el famoso bar El Olvido, pero recibí la noticia de la exposición pictórica del maestro Ramírez Amaya, a quien no conocía más que por medio de entrevistas y textos y alguna que otra fotografía. Me emocioné por conocerlo. Había leído tanto sobre el, esas historias mitológicas de sus amigos, sus enemigos y los milagros de su arte mayor: el dibujo. Así que resolví llamar a Mariano y proponerle que fuéramos a la Antigua. Mariano aceptó, intrigado. En el camino supe que a penas llevaba siete meses de manejar y, que aquella oportunidad era su primera vez en carro a la Antigua. Algo sobresaltados, hablando de literatura y buenos recuerdos de la red, llegamos al parque donde se quedó de juntar con su novia.
Mariano Cantoral es el autor del blog Más que Expreso, y de Lunes, y nos quedamos de juntar para organizar, o terminar los detalles de una lectura en el Gran Hotel donde también invitamos al bajista de Iguanamanga. Su novia apareció de pronto, mientras nos servíamos el tercer traguito de Quetzalteca, en pleno parque.
En Antigua el clima era invernal y amenazaba una brisa al caer la tarde con un viento permanente y frio. Yo estaba encantado de estar a punto de conocer a Arnoldo Ramírez Amaya. Bebía con gusto y la conversación con Mariano no decrecía. Su novia nos termino guiando hacia Casa Santo Domingo y en los misterios de las calles de antigua nos terminamos perdiendo, hasta que ella tuvo la gentileza de contratar un tuc–tuc que nos dejo en la puerta del lugar. Le pregunté a alguien de la puerta si ya había empezado la exposición y no me supo responder. Volvía la invitación y pude ver que todo estaba en orden, era ahí a las seis de la tarde. Fuimos guiados por personal del hotel y yo no podía creer las dimensiones de aquella mansión que enpezaba en una puerta tan pequeña. Nos dijeron que teníamos que pasar un puente iluminado con velas y todo era como un silente sueño romántico. Wendy y yo nos dimos un beso bajo los paredones antiguos de la casa y por fin llegamos a la sala Quiroa. Inmediatamente quise ver las pinturas. Le pregunté a Mariano si sabía donde estaban dando vino. No sé como le hizo pero se informó bien y al momento llevaba dos copas de buena cepa.
Las pinturas de Ramírez Amaya ahora estaban llenas de colores selváticos. Había unos tecolotes, toros y un Jabalí hermoso resuelto con trazos libres y precisos de color ocre. Me gusto el Jabalí y me gusto una escultura de una odalisca con murciélagos, un sánate en bronce y un bucéfalo soberbio que estaban en toda la sala como si todos los animales místicos del artista hubieran salido de paseo. Un quetzal con la las plumas de la cola dobladas, sus dibujos y bocetos, algunos hechos en cualquier caja de cereal o tapa de cartón, y como novedad sus dibujos de toros de lidia y autorretrato, impresos en vidrio. La técnica es digital pero causa una impresión interesante en el espectador. Mariano no conocía al Tecolote Ramírez Amaya, así que cuando yo les dije, ahí viene, no supieron quien de todos era. Iba vestido todo de blanco, con su cabeza calva y no le disgusto saludarnos.
- Maestro, ¿Cómo esta? –le pregunté – Estuve buscándolo por toda la zona uno –Sonrió y afino sus ojos exaltados.
- Y para que me andabas buscando voz –me preguntó.
- Pues para hacerle una entrevista –le dije.
- Ha, bueno, si es por eso…
- Le presento a Mariano, Estefanía y Wendy, ella es no vidente, le dije.
- Ha, esos universitarios –dijo acercándose a mi novia como si le confesara algo sólo a ella –siempre diciendo las cosas tan rebuscadas, no-vidente, no ve, es sencillo, es ciega... –dijo.
Una de las organizadoras, se disculpó y lo encaminó al estrado. Pude ver a Marlov Barrios entre la multitud. Ramírez Amaya dijo algo sobre la mala jugada del destino de exponer en una sala que llevara el apellido de Quiroa, pero también le causaba gracia. El vino era muy bueno, y terminamos sentados, luego de recorrer la sala, viendo a la gente y disfrutando de los sabrosos pinchos de carne y de pollo. Ramírez Amaya me respondió algunas dudas y me dio su número de teléfono para lo de la entrevista. Me pareció alguien como me lo imagine, audaz y con un talento desbordante.
Como a las nueve de la noche se despidió Estefaní. Y media hora después regresábamos a la capital. Todavía nos quedaron ganas de ir a las Cien Puertas y terminé la noche imaginando una trifulca en el Cafetín a la vuelta de mi casa.
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Que bello texto el de Denise Phé-Funchal

sábado, 24 de octubre de 2009

DESCUBRIMIENTOS, INTUICIONES Y OTRAS BABOSADAS QUE SE ME OCURREN


El mejor vino no es necesariamente el más caro, sino el que se comparte.
Gerge Brassens

- Se me ha ocurrido últimamente caminar por todos los lugares de la zona uno que no conozco. Ayer fui al parque San Sebastian y caminé lentamente por sus alrededores habían Skates y rokeros, una vampiresa me pareció adorable, aún tenía rastros de sangre en la boca.
- He descubierto que las mujeres del Parque Central son hombres y las ardías son ratas. Lo único honesto en el parque son las palomas. Bajan desde las cinco de la mañana, que es la hora cuando llega frente a la Catedral un buen hombre que vende maicillo desde un banco con una carpita. El hombre es barbudo y parece un filósofo o un santo que es lo mismo que decirle loco.
- Intuyo que la gran obra de Javier Payeras será el primer Western Latinoamericano y Washington Chicas sera intermpretado por un Clint Eastwood Guatemalteco.

viernes, 23 de octubre de 2009

NOCHES AMARILLAS/ SOBRE EL LIBRO DE JAVIER PAYERAS


Javier Payeras dice que escribe novelas cortas para no quitarles mucho tiempo a sus amigos, pero es completamente una mentira.
Anoche, luego de un conversatorio sobre el Centro Histórico y sus personajes diarios, tras una taza de café, me fui a mi casa y empecé a leer el libro Dias Amarillos. Grave error. Leí 27 páginas encantado, riéndome en silencio porque mis vecinos se podían espantar de un loco soltero riéndose solo. Al final de ese capítulo invita al sueño y, hasta cante en silencio esa canción que dice quiero dormir cansado... y no despertar jamas, quiero dormir profundamente. Entre otras cosas no conozco a mis vecinos después de tres semanas en la casa, y ya en una ocasión se quejaron de mi música a todo volumen.

Me acosté, apagué la luz y sentí el corazón bastante fuera de lugar; en la oscuridad me tomé la presión y pensé en el café expreso que me había bebido por no tomar cerveza. Que buena droga, pensé. Me levanté, tomé el libro, bajé al sanitario y, seguí sentado en la taza del baño soñando con la historia por la pagina 38 en blanco hasta la 39 donde empieza esa obra de arte que es la resistencia desgraciada de durar. Al salir del baño vi la oscuridad y oí la respiración de Camila, la perra Pastor Alemán que por fortuna le caigo muy bien. Sentí que le incomodaba mis idas al baño por la noche. Una de estas me desconoce, pensé. Pero los perros son más listos que uno, porque también usan, además de los ojos, el olfato.
Entonces, contrario a lo que dice mi amigo Payeras sobre el tiempo de sus amigos, se me fue el sueño a la mierda y seguí leyendo por una hora más. Washigton chicas se despidió y puso un par de billetes sobre la mesa, y yo cerré el libro con ganas de, ahora si, dormirme. Perdonen las malas expresiones, pero que putas, seguía con la armonía, con el corazón excitado por ese maldito café puro o por saber el final de la trama esa. Ese café que sirven en el Gran Hotel es cocaína, pensé. Me levanté de nuevo, salí otra vez, y me di cuenta que por fortuna la mujer de abajo no estaba dormida, se oía como que lavaba ropa. Seguí leyendo. La historia era buena. Fluida, y divertida. El diario me gusto mucho porque cuando llegué a ese ensalmo poético de Septiembre 11 me quedé pensando que eso era ser escritor, volcarse todo uno, como un camión amarillo en el basurero de la zona 3 y dejar que salga todo. Bello y grande mi hermano, murmuré. No hay que creer, leí en voz baja, basta con salir a caminar. A las dos de la madrugada seguía prendido yo y la luz de mi cuarto. Llegué a Pausa, y luego un crescendo final, por supuesto, amarillo. Como imaginaran, algunos lectores de Días Amarillos, caí por fin profundamente dormido. Eran las 2:30am.
*
PD.
Por cierto gracias Mariano C. por prestarme el libro y por la mitología que armamos a raíz de sus personajes.

jueves, 22 de octubre de 2009

CONVERSACION CON UN SKATEBORDING/PERSONAJES DE LA ZONA 1 (i)


Alan Vásquez es un skateboarding. Tiene una tabla y le gusta viajar en ella como algunos nos gusta la bicicleta. Es un buen narrador. Me contó paso por paso sobre su pasión desmedida por éste fragmento de madera y, ruedas (inventadas ya hace más de cinco mil años). Me habló, y esto me sorprendió muchísimo, de eventos de su infancia que para otros es difícil de recordar, y lo recordaba porque andar sobre ruedas es como andar volando y andar volando es como regresar a la niñez. No pude ver su tabla. Me invitó a un evento en la calzada Roosevelt y recordó otros eventos en el monumento al Papa Juan Pablo II. Lugar donde se reúne la gran mayoría de expertos en este deporte que tiene mucho riesgo y, por lo tanto, cada logro es como vivir mil veces. Todos estos descubrimientos con la tabla se logran surfeando de la manera más atrevida sobre el pavimento y, si se tiene suerte, sobre plataformas fabricadas donde abundan las curvas y las caídas son su recompensa. Regresando a la vida de Alan, me contó la forma en la que le pidió a su padre su primera patineta, de cómo lo rogó, de cómo tuvo que explicarle pacientemente y casi al borde del ruego que el sólo había nacido para una cosa en el mundo y eso era el Skate. Todo esto me lo contó de camino por las calles de la zona 1, cruzando las avenidas con varios de sus amigos de la colonia de la zona 18 en Pinares del Norte, donde aprendió sus primeros trucos. Me contó que el riesgo esta en saber caer, en los primeros retos, y algo extraordinario que vivió; ganar un Torneo Nacional en 2008, a uno de sus rivales más despiadados, el que le gritaba que no podría lograr un lip o un flip, y menos un wallride; me contó de Jungle, esa tienda donde una noche salió con un patrocinio privilegiado por sus destrezas en los torneos organizados en colegios y parques al aire libre. Tenía tabla y tenis nuevos.
Mientras Alan me contaba todo esto, me llené de un imaginario de patines y patinetas, rollers amateurs cayéndose y levantándose, skates volando por las plataformas de las piscinas y los pasamanos, girando en el tiempo como la plataforma de concreto en aquel Burger King de la Roosevelt, gente de todas las edades disfrutando de lo mejor de la vida subidos en una simple tabla. Estas son unas de las preguntas.

Lester Oliveros: ¿Cómo empezó todo?
Alan Vásquez: En el Liceo Guatemala. Yo no podía patinar y siempre me subía al 3er nivel como si me asustara todo eso. Tenía como 11 o 12 años. Además, ya sabes, era en ese tiempo muy solitario. Mi papá, recuerdo que en aquella época se iba y me dejaba literalmente encerrado con llave en un cuarto. Ya te imaginas el miedo que tenía y como me iba volviendo cada vez más aislado.
L.O. ¿Cómo fue tu primera tabla?
A.V. Chafa, de 100 quetzales.
L.O. ¿Cómo imaginas el futuro de este deporte?
A.V. Puede que mejoren los materiales, que sean de aleaciones cada vez mas resistentes. Las pistas serán con mayor confort y se podrán hacer trucos más arriesgados con plena seguridad. Ya han sacado algunos prototipos por Internet.
L.O. Hablando de cine ¿qué película te gustó más?
A.V. American Beauty. Ese personaje que graba todo y se mantiene de la venta de marihuana, o, esa escena cuando ven por la televisión como esa bolsa insignificante va un lado a otro solo movida por el viento. West Bentley, creo que se llamaba.
L.O. ¿Qué pensas de la gente que anda en el Skateboard?
A.V. ¿Antes, como todo, era una cosa que tenía mística, pero luego he visto que muchos se meten en esto por intoxicarse con algo, andan por ahí un tiempo en la droga, pierden la esperanza de todo y se salen, sólo la forma de vestir les queda.
Los amigos de Alan Vásquez también comentaron algunas respuestas, estábamos bebiendo vino tinto de caja, todos parecían ser parte de esas lecciones de la vida que se aprenden cuando ni siquiera nos damos cuenta.

La autoridad de la barbarie

Me ha parado la policía: ¿Documento de identificación? No lo traigo, respondo. (Los dos oficiales muy serios), uno de ellos alza un cuader...