jueves, 12 de noviembre de 2009

EXPLICACIONES MAS BIEN CONFUSAS SOBRE UN WEEKEND EN GUATEMALA


A Juan Esteban Furlan, por los flashbacks de su amistad.


Al entrar a su cuarto pude ver el animalario. Perritos schnauzer saltando de la cama al suelo en una mágica urgencia. Iba a enseñarle a Dominique un texto de mi blog, pero no soporte el impulso, la terrible necesidad de tirarme a la cama y jugar con aquellos perritos que parecían extrañamente tan amigables. Luego, ella oía el poema sentada a la par mía mientras le daba cariño a su perro Pascal (un dachshund con el pelo canela). Dominique se dio cuenta que me gustaban los animales y me llevó a conocer a uno de sus proyectos. Era una perrita blanca recostada en una caja, recuperándose de un accidente. Según me contó, una vecina la había aventado con su carro y le había quebrado la columna, ella la tomó, la llevó al veterinario y, le hizo un lugar en el cuarto de servicio. Además merodeaba por toda su casa otra perrita de la calle con rastros de sarna cicatrizada por los medicamentos.

Su casa, en la zona 15, era amplia, ordenada y con olor a navidad. Todo esto no es extraño para ella, que parece tan cómoda con el olor a navidad todo el año y en beber vodka Absolut en tazas azules sin mezclarlo con nada. Nos acomodamos en un ala de la casa con una bonita mesa de madera en un espacio techado al aire libre desde donde vimos, unas horas después, el amanecer. Me pareció una orgia de la naturaleza cuando el sol nos reveló en ese lugar, con la amistad y otra botella de ron de caña. Dos amigos habían terminado en la sala durmiendo la siesta mientras nosotros platicábamos de todo lo que no tenemos tiempo para hablar entre semana. Les conté de las velas y el violín del día viernes, les conté de lo sorprendente de la poesía de Carmen Lucia, de la fascinante imaginación de Julio Serrano, de la cadencia con que Salinas leyó sus poemas y de los evolucionados textos de Bromo. Les hablé de las calles de la zona uno, de mi habitación embrujada donde otro escribe lo que yo corrijo a mano, de mi casa grande que son los libros, de la maravilla de tener amigos aunque pase el tiempo. Luis Morales, brillante actor y gran amigo, cínico e incondicional militante de la juerga, me preparó otro vodka y brindamos por el amanecer desde la terraza. Sentía una nostalgia espesa como una felicidad incompleta. Todo se resolvió camino a Antigua en la camioneta negra de Dominique. Tomamos cervezas frías en el camino y cantamos I got a felling de los Black Eyed Peas, fumamos en Antigua y luego almorzamos en una casa que Iko conocía muy bien por sus comidas típicas y familiares. Todo fue perfecto, hasta el regreso a la ciudad.
Esa noche, como a las siete y media, mataron a un amigo nuestro de la forma más perversa, sólo nos quedamos callados ante la noticia, oyendo que nos oían, que cualquiera podría oírnos decir algo. La madrugada del lunes llovía ciegamente sobre la calle y lavaba la sangre de todas las victimas del fin de semana.
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Pintura de Salvador Dalí.

sábado, 7 de noviembre de 2009

ORGIA OBSENA Y QUIMERICA EN BAR CENTRAL VIERNES SEIS DE NOVIEMBRE


…cuando cerré los ojos pude ver el verdadero universo de voces/ unas decían sea nuevo el día abriendo mares rojos y negros/ sea de nuevo el día voz omnipresente abriendo la roca y soltando el agua y produciendo pan que nieva/ sea de nuevo el día y saltando los cocodrilos zorros como venados tepocates saltando los búhos ratas como pescados batracios saltando las estrellas lobas como jaguares serpientes como emplumadas casi como colibríes manatíes jugaban y peleaban como gallos elefantes que eran casi como guacamayos anacondos, como zanates cocoteros que eran más parecidos a los buitres cuervos que se volvían jirafas leonas desde las amígdalas y luego pequeños como moscas ballenas hasta convertirse y multiplicarse en ruido de cigarras saraguates en ruido de delfines y garras, porque eran de todos los colores, si señor, porque eran el fruto de la selva y de el anonimato por años, ahí se encontraban los más bellos pájaros reptiles y las más naturales hiervas para el dolor de muelas, para el dolor del ojo, para el mal de esto y de aquello y los animales de campo como la gallina pumada o los perros gatunos que se refugiaban entre las patas de los árboles para mojar el pasto, eran todos como un ruidero infinito que llevaba las hambres antiguas, si señor, llevaba esa nostalgia de infinitos en cada ruidero desordenado donde se comía el águila al ratón, el ratón al hipopótamo, el hormigón al buitre, el león al mico, el mono al ave, el ave al cielo, el cielo pez al quetzal serpiente al colibrí venado, al que se comía al caimán encallado, al que se comía al venado con alas de halcón, al que se comía con gusto al gusano de la palma, al conejo, al ratón blanco que hablaba de cómo se comía a los gatos insectos, al que hablaba de cómo se dominaba al toro escarabajo, al que hablaba de cómo terminaba quitándole la cabeza a los hombres con pura paciencia como los gusanos cangrejos, al que hablaba de cómo se comían las hormigas las piernas de los niños, al que hablaba de esos pozos donde llegaban en cuadrillas para desaparecer los cuerpos ya desaparecidos hasta acabar con los huesos de hombres y nombres, de apellidos y rostros, de ropas campesinas y sombreros de fieltro y paja, de zapatos de trabajo junto con los hierros y las alforjas de tortillas llenas de frijoles fritos de besos y sombras de amor y niños con gusto pidiendo amor, dónde está, preguntando por todas partes, dónde estarán, preguntándole al Tat Kaibal, donde está papá a lu´, donde esta mamá al na´, dónde está la aldea lagunar, dónde, pero terminaban encontrando el animalero revuelto con sonido de tripas y ruidero en la boca del estomago, hambre, sonaba a hambre y olía a hambres porque hambre era lo que bajaba y subía de la tierra, y ahora yo escribía con sístoles infatigables y diástoles infinitos como sonidos de palos viejos tronando contra el suelo, como sonido de hojas y frutos mordisqueados por pájaros lombrices y fantasmas halcones esfinges minotauros bucefalos esfinges, comiéndome las uñas, buscándome entre las pezuñas el poco de tierra que me traje del camino, allá donde el viento luna se esconde cuando los hoyos de la selva olvidan el respiro solar de los anfibios mamíferos, y sueltan a cantar los ovíparos nevados con sus cantos dulces como tortugas con esqueletos fúnebres sobre la espalda/ la comida que se encuentra tirada por todas partes como los mangos tigres, como los bananos teñidos de jaguares, como las papayas eróticas y los cocos que pareces satélites huecos como calaveras marinadas, y las pitahayas jugosas de sangre frutal que se beben como vinos silvestres y rones musgales hasta la creciente venida, si señor, del nuevo año y sus nuevas cosechas de ronrones y mariposas, cascabeles manzanos surgidos del color de las iguanas, futuros rojos hasta la mordida final del pecado devuelto en mano y pensamiento a otro menos malo que no mata hasta que no le disparan, que dijo si, si señor, que dijo si, y luego la voz de uno mismo, caracoles rugiendo al tiempo que parecen serpientes boscosas con alas de palomilla, monos comiéndose los piojos como ángeles borrachos y locos, como demonios inofensivos al final del Apocalipsis...


Fragmento de Zoo(í)lógico
libro inedito.

jueves, 5 de noviembre de 2009

READ POP SOUND I (UNO)





Algunos pudimos seguir el recorrido en tiempo real de la limosina lúgubre que llevaba los restos de quien en vida se vestía con diamantes. Michael Jackson no fue para mí muy importante, hasta que el mismo día de su muerte escuché Billy Jean en esas emisoras donde transpiran música de nuevos intérpretes de moda. Entonces pensé en ver más de cerca el moon walk de Jackson y a todos sus imitadores. Pero la música en estas emisoras es tan basta que tan sólo he oído, hasta ahora, la tonadita rosa de los teen agers que venden el amor en tres minutos y medio. Pero con todo el respeto del mundo, he oído algunas buenas letras, he visto la mejor producción en los videos y algunos intérpretes podrían muy bien cantar alguna opera. Lo que pasa con el mercado es la oferta y la demanda, como siempre, la demanda es la que manda (plagiando un poco a Cabrera Infante y sus giros). En alguna ocasión, luego de escuchar a David Bisbal y a Enrique Iglesias, pensé que estos cantantes de moda eran los culpables de que a las niñas de trece se les llenaran de mariposas las barriguitas y que a los chicos de dieciséis les dieran alas para tirar la piedra y esconder la mano. Pero no, la música no tiene nada que ver con los embarazos y las madres solteras. De nuevo el sistema se retroalimenta con imágenes de obsesiones y deseos demasiado fuertes para niños sin experiencia. Aún estas historias contrariadas de adolescentes en problemas son una tierna imagen latinoamericana. El romance, la voz, la ternura y magia de Laura Pausini hasta a mi me seduce. Es natural dejarse llevar por estas imágenes inventadas en los estudios de grabación, recordemos las telenovelas mexicanas, ellos han implantado una escuela, y se han vuelto unos maestros, debajo de Hollywood, para hacernos creer, en medio de la violencia de Nuestro Diario y la Prensa Libre, que el amor dulzón y empalagoso todavía es una posibilidad para escondernos del real world. Incluso hay poesía en estas canciones pop. Inmediatos. Chetes y Amaral cantando una elegía. Si tú no vuelves. Recuerdos Nerudianos con la ayuda del video. Pero estos terrenos son nuevos para mí y no sé hasta que punto tengo la propiedad para juzgarlos sin corazón. Me compré un pequeño radio de audífonos. Lo que entra a mis oídos es un zapping en multimedia pues ahora mismo escucho Duele el Amor de Aleks Syntek y Ana Torroja y veo a la gente del Parque Central como un video de la canción. Esas letras que hablan de amor hasta el colmo del hastío son símbolos de la agonía. No quiero pontificar nada, simplemente son como algun coro cristiano en el que hablan de otro cielo y de otra tierra. No quiero ser vulgar y decir que esas sensaciones adolescentes son vanas, más bien aplaudo la creatividad de los empresarios de RBD o Kudai en un mercado tan competitivo y evolutivo. Pero el pop en video es como un cuadro de Monet, al pasar el tiempo llega a parecerse a un viejo papel tapiz. Las imágenes se van borrando, todo se va perdiendo como si los colores fueran mudando a una nebulosa región de olvido. Van así, percudidos, hasta desaparecer con la moda que los llevo a la cima.

martes, 3 de noviembre de 2009

UNA PRIMAVERA IMAGINARIA


A Joshua, futuro sabio;
y a Dorian, por la curiosidad nunca satisfecha.


La primavera acá es una lluvia perpetua que humedece los techos y va, lentamente, corrompiendo las paredes de madera de mi cuarto con un sigiloso paso. Pero es una primavera anticipada, con vales diarios de vida y angustia. Mi vecino escucha primavera in anticipo de Laura Pausini. Las paredes se esponjan con la humedad y todo parece volverse blando hasta que me acerco al borde de la puerta y oigo el ruido de la lluvia cada vez más persistente como si quisiera hacerme saber alguna de sus verdades humedales. Sólo yo sé lo que hace la lluvia conmigo y también puedo sentir lo que hace todo lo demás conmigo, lo que presiento que traduce mi espíritu, por llamar a lo de adentro de alguna forma, pero veo que se me imposibilita revelarlo completamente. Describo partes de una poesía aniquilada, una prosa efímera y sin contradicciones mayores. Todo esto conversábamos con Joshua y Dorian mientras disfrutábamos brevemente de unos instantes de regocijo en uno de los mejores recintos del Centro Historico. Dorian es de esas personas que uno siente que ya conoció en otra vida, en otro tiempo, porque somos permanentes átomos en ebullición, que es lo mismo que decir que somos mortales eternos. Pero en otras palabras, creo que ha leído buenos libros. Los encontré en Casa Ibarguen oyendo a los jóvenes participantes de un concierto de talentos. Pero ni aunque rifaban una guitarra, me quede. La primavera es más poderosa en este invierno. Les dije a mis amigos, que por favor me acompañaran a una copa. Dorian compró una cerveza Gallo y pasamos un momento compartiendo anécdotas. Estaba por llegar, para mi suerte, la verdadera poesía. Bajó de un taxi blanco con la brujería de su cuerpo mínimo y de otro mundo. La llevé del brazo hasta nuestra mesa y le ofrecí algo de tomar. Yo llevaba ya tres copas del buen vino tinto. Me hubiera gustado tener una cámara Polaroid porque era muy bello el dibujo del alumbrado urbano reflejado en el suelo húmedo de la calle y, en contraste con el ambiente limpio, tibio y compartido del lugar. Al final recuerdo que les pregunté a los dos amigos si podía escribir sobre ellos y me miraron como si ya lo estuvieran leyendo.

domingo, 1 de noviembre de 2009

POETA DE LA TERNURA DE VISITA EN GUATEMALA EN UNA NOCHE GÓTICA


Breve entrevista al poeta
Héctor Hernández Montecinos



a ustedes les hablo
poetas del futuro
niños niñas jóvenes vida…

A ustedes les hablo, H. H. Montecinos.

Se fue la luz. La poesía empezó desde el dibujo espeso de una vela. Una oscuridad color caramelo nos invadía por dentro y por fuera, y la mano del poeta Héctor Hernández Montecinos señaló con su dedo infalible de mujer atónita al murciélago que entró al Bar Central. Dio una o dos vueltas y paso sobre la mesa de los poetas gritando en silencio para encontrar la salida. Todos nos quedamos maravillados de esa noche gótica, en la que finalmente llegó la luz como impertinente don de los suburbios. Pero de nuevo, Héctor mando que fueran censurados los divinos rayos de la luz insolente, para leer a ciegas sus versos de una isla sobreviviente. La presentación del libro Humedales se desarrolló a cargo de Javier Payeras y Luis Méndez Salinas, quien me sorprendió con un carisma que más se parecía a una virtud natural. La lectura de Javier Norambuena, tras la reseña de preciso ludismo de Javier Payeras, nos explicó porque el buen vino del Sur viene en forma de letras rojo sangre, porque sus poemas, para mi, eran pequeñas cicatrices de amores multiplicados.
Nunca había oído leer poesía a alguien como Héctor Hernández Montecinos. Fue una experiencia envolvente, por la forma en que se va modulando su voz conforme va evocando las imágenes de ternura de la más hermosa de las noches travestidas. Me regaló el libro que leyó y accedió al final de la noche a una breve entrevista. Héctor Hernández Montecinos es un chileno alto, calzado con unas botas enormes y una chalina roja comprada en San Cristóbal de las Casas, es conversador, atento y no se sorprende de nada a simple vista. En pocas palabras tiene un temple de gran ciudad, luego de haber recorrido America Latina como un voyeur interestelar. Hablamos sobre la Caravana Latinoamericana que saldrá de México en septiembre del año 2010 y llegara en 100 días a Chile celebrando en grande el bicentenario de nuestras letras.
Lester Oliveros: ¿Y… cómo nació la idea de esta Caravana Latinoamericana 2010?
Héctor Hernández: Después de nuevas formas de poesía en la que nos dábamos cuenta que no llegaba a los lugares remotos, quisimos hacer una celebración para esos 200 años de literatura y llegar a todos los lugares de Latinoamérica para leer poesía por 100 días desde México hasta Chile, el sueño que no pueden hacer ahora ni Bolívar, ni el Che Guevara, lo vamos a llevara a cabo un grupo de poetas.
L.O.: ¿Políticamente como te definís y como has encontrado este nomadismo desde el principio de esta Caravana Latinoamericana?
H:H: Una verdad poética, yo desde hace mucho renuncié a ser un poeta chileno, así como a cualquier sesgo político, la prepotencia de los malos tiempo en Chile, los he vuelto poesía y así he luchado contra la hiperdictadura. Hay muchos poetas que fueron luces cuando era de noche, el surrealismo neo liberal que esta naciendo son esos focos como faros, Verástegui, Zurita, Jaime Saenz… y otros.
L.O.: ¿Para tratar de definir esta imagen asexuada de la poesía de Héctor Hernández Montecinos, es una poesía espejo o podemos pensar que es una cortina transparente?
H.H.: En lo poco que escribo sobre el tema digo más. Y he sido de los pocos poetas chilenos que no se les perdono algo natural: la honestidad, el no ocultar lo inocultable. De todo lo que escribo, eso esta en el 3er o 4to lugar, es constante pero no definitivo. Es parte de la libertad, cuando uno niega la libertad, es inmediatamente cómplice del fascismo.
Estábamos en Las Cien Puertas. Estábamos sentados en una mesita redonda, Carmen Lucía Alvarado, Leandro Asoli, Luis Salinas y los poetas Chilenos, y recordé una frase de Norambuena cuando le pregunté la hora y me dijo “yo ando sin hora y sin noción de país”. Cerré mi cuaderno de apuntes y pude ver la madrugada.




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Guatemala, 28/10/09

Picto—grafías

Hace años, Javier Payeras me dio el consejo de leer el ABC of Reading de un exiliado norteamericano en Paris, llamado naturalmente: Ezra...