miércoles, 31 de marzo de 2010

SIN NOMBRE NI LUGAR








Al principio era la noche, Negra como tinta y sangre coagulada, Sin voces, Sin algún registro sonoro como algún long play en algún tocadiscos universal, En lo negro se oyó como un gesto de la luz, Y uno a uno saboreamos nuestra vos como algo antiguo que más hacia llorar hasta los rios y de los rios al mar, Y las voces que hablaron aquella noche en la potente oscuridad, crearon todo lo que ahora vemos,

lunes, 22 de marzo de 2010

MEGADETH EN LA MEGA FRATER

Se legalizará la marijuana. Se hará popular bailar desnudo en las iglesias. Vamos a ver “evangelistas satanicos” testificandole a la gente. Grupos de homosexuales van a ir por las calles violando gente. Una nueva droga va a provocar que los adolescentes sean más activos sexualmente. Los ecologistas van a estar sujetos a criticas muy fuertes. Tormentas con granizos enormes va a matar a miles de personas y va a causar daños masivos.El dólar se va a colapsar. Va a haber una hambruna muy fuerte en America.
David Wilkerson, sobre las Super Iglesias.

-

Cuando leí en facebook: Queremos a Megadeth en la MegaFrater, a parte de retorcerme de la risa, comprobé que no conocía el lugar. Mi alma doble de periodista me torció el brazo para ir el fin de semana. Así que, cuaderno de nota en mano, me encaminé a la MegaFrater el domingo 21. Preguntando en las camionetas de la calzada Roosevelt hasta una de Peronia. Llegué. Ahí estaba, y se podía ver desde lejos salir la ostra gigante de techo gris. Al llegar me sentí desamparado en la entrada. Pude ver, ya desde ahí la construcción a la mitad, pues la jardinización se veía en sus niveles primarios y los retoques de muros y pilares en espera del cernido final. Aun así era un edificio imponente que en la entrada adornaba una fuente eternamente fluyendo líquido cristalino popularmente llamado agua. En las puertas principales daba la bienvenida un plasma proyectando desde ya lo que sucedía en el escenario. Pude ver a un sujeto alzando las manos en un Hip Hop en regla con la letra góspel. Me pareció desde el principio una imagen Ballardiana, el estar en ese salón parecido a la entrada de un Centro Comercial. Al subir al segundo nivel vi las columnas de concreto armado y al llegar al asiento de lujo comprobé la comodidad de las butacas de cine y la acústica de otro mundo que envolvía todo en un surround celestial. Estaba allí viendo al techo la compleción magistral de ingeniería exactamente a las 10:35. Pude ver las 4 pantallas gigantes cuando subió el predicador, un hombre calvo, de unos 60 años, que hablaba con un característico acento al final de cada oración. Educado y consiente de estar frente, a no menos de 4,000 personas, viéndose pequeño ante el último espectador en la última hilera de asientos del segundo nivel. Pude ver además 6 pantallas plasma, muchos menores, frente al público del primer nivel, bocinas gigantes colgadas del techo con cables acerados que además soportaban también la iluminación de discoteca. Para mi sorpresa el predicador habló de la lectura. Invitó a cada miembro a leer y a memorizar, consiente de la mayoría de personas con un gusto casi nulo por esta práctica subversiva; aun así, dio tips y hasta presentó un video de las nuevas generaciones educadas en su centro de estudios que están practicando la memorización de la Biblia a gran escala.
Fue maravilloso pasar desapercibido mientras tomaba anotaciones, ahí mismo, en el megatemplo que Renato Bianchi soñaba para que cantara a todo pulmón King Diamond y otros imaginaban como el próximo escenario de Megadeth en una alucinación fantástica. Pero les tengo que comentar que el escenario, se tendría que ampliar el triple, que la acústica es muy buena, pero el área de desorden sería imposible por los cientos de butacas que irremediablemente podrían salir volando en un acceso de emoción de alguna fan excitada por las descargas de metal puro mientras otras 50 enseñarían los pechos a Dave Mustaine.
En fin, me pareció un escenario impresionante con sus 113,000 metros cuadrados de construcción. Al final bajé a ver los locales, una librería, cafetería para la gente de servicio, y un área donde vendían desde pizza, hasta tacos de marcas que han ganado la arroba de oro, y pude ver que hasta un Banco muy famoso hay en la entrada para hacer sus depositos de ley como diezmos u ofrendas. Me quedó la sensación de haber estado en un nuevo Centro Comercial.

-

Synphony of Destruction

sábado, 20 de marzo de 2010

PSICO-BUS


La intuí en el bus. Callada y por eso, quizás, con una belleza de cuento griego. La imaginé imaginándome imaginarla. No era un simple juego de palabras. Era normal ir en un bus sin saludar a nadie. Viendo como la gente sube y baja, sin decir una palabra. Oyendo el viejo motor y al ayudante perdido es sus gritos y en el ruido caliente de afuera. Sudando. Hablando algo que nunca entendí por el ruido. Pero entre todo, la ventanilla percudida, y los asientos vacios que miraba desde atrás. Iba ella. Conocer a alguien en un bus urbano, ruidoso y románticamente destrozado, en un San Valentine, puede ser tan extraño como buscar el amor en un centro comercial. Imaginé que pensaba lo mismo que yo.
Era la primera vez que iba a Mixco. Había soñado que me encontraba sola en una calle que no conocía y mientras más buscaba la salida del laberinto más me perdía. De sólo pensar en el sueño me entró un miedo conocido, un miedo con el que uno podía lidiar día a día en los buses porque en ese momento podían subir a asaltarlo a uno. Pero a veces era en el momento en el que uno no pensaba en el asalto. Y eso era terrible, porque siempre hay que saber que hacer inmediatamente. Las calles de la calzada no eran muy entretenidas. Entonces lo vi. Mirándome y con una sonrisa desamparada que apenas se le dibujaba en la cara. Puse cara de valiente. Trate de ignorarlo y verme molesta por su persistente mirada, como una subrepticia invitación al amor. Me sentí tonta de pensarlo. Mire la ventanilla sucia y me recordé que de niña dibujaba corazones en las ventanillas y mi mamá celebraba eso para no seguir pensando en la calle inundada por la lluvia. Pero ahora eran más que alucinaciones por el calor. Cada vez sentía más su mirada y pensaba que estaba pensando lo que yo pensaba.
El sol me pegaba en la cara. Era molesto, pero estaba como pegado al asiento. Había pensado en cambiarme de lugar y con algún pretexto preguntarle algo o tratar de empezar una conversación. Hablarle de algo. Pero qué. No se me ocurría nada. ¿Cómo hablarle por primera vez a alguien que uno no conoce? Era absurdo. Me sentía mal al preocuparme por aquello. Pero la seguía viendo. Y conforme la miraba sabía que ella o yo algo diríamos. Pero no decía nada. Era como si en lugar de agradarla la amenazara mi atención. Era estúpido tratar de hablar con alguien de esa forma. Pero ella me gustaba. Si tan sólo me corriera un poco de mi asiento, llamara su atención y le dijera que me agradaba algo de ella. Pero eso además de cursi, era tan gastado. Todo mundo hace eso. Como cuando un señor le pregunta la hora a una mujer que podría ser su hija. Y todo lo demás. Pero además, estaba completamente desorientado por dentro, aunque por fuera ella me viera sonriéndole sutilmente, como si en el fondo no le quisiera hablar, sino inquietarla.
Subió un vendedor. Me agradan esos tipos. Siempre animaba a mi madre a remedarlos. Le salía muy bien. Me gustaba verlos impostar la voz e inventarse un mar de lágrimas para motivar a los pasajeros. Recordé la vez que mi mamá me contó que un señor se hacía pasar por lisiado y luego de que le daban, se bajaba burlándose de todos. Porqué pensaré en eso ahora. Siempre me pregunto porque pienso tanto. Debería comprarle unos dulces de menta al patojo y regarle uno a ese que tanto me mira. Se asustaría. Ya me lo imagino. Pero no. Pensaría mal de mí. Que soy fácil. Mejor miro para la calle.
El chiclero parece cansado. Y yo estoy cansado de tanto vendedor. Y ellos lo dicen. Como si con eso exorcizarán tanto trinquetero que se sube en cada cuadra. Y ellos lo saben. Saben que uno se da cuenta que siempre dicen la misma mentira. Puta, y yo acá sin moverme de este asiento. Y ya voy a llegar a donde bajo. Porqué no puedo decirle que esta linda. Que me hace pensar en que debería ser la princesa de mí barrió. Por qué. Tengo miedo. Tanto miedo, y es un miedo tan parecido al de un asalto. Mejor no pienso en eso, capaz que se suben y acabo de comprar mi celular. Yo a veces recuerdo que las veces que me han robado son por descuido. Tantos lugares que hay en las camionetas para guardar las cosas. Normalmente los sillones están rotos. Pues ahí se podrían meter las cosas mientras aquellos registran al de atrás. Ahora que me acuerdo, me he salvado de varias. Lo único que no me gusta es que las mujeres siempre terminan llorando. Pobrecitas. Ahora que lo digo, tal vez eso es lo que siento por ella, un deseo de acercarme para que no le pase nada. Bueno, en la otra me bajo.
Y si soy yo la que le habló. Pero es que va a pensar que soy puta. Pero a las putas le va bien, como dice mi mamá cuando esta enojada. La verdad, hay ocasiones que me siento tan aburrida, que me gustaría hacer una locura. Que ese muchacho se viniera a sentar a la par mía y me pidiera un beso. Que me jalonee la blusa tratando de buscarme los pechos y me haga sentir algo tan fuerte que olvidemos al brocha mirándonos con una risa de pícaro y al chofer con un cigarrito en la boca, detenidos a media calle sólo por el espectáculo… pero el ya se bajó del bus y yo me bajo en la otra esquina.

jueves, 18 de marzo de 2010

PINBOL POETICO COLECTIVO


La lectura empezó a las 7:30. Ahí estaba Edna Sandoval, que me había pedido leer primero por un compromiso que tenía a las 8:00pm. Iba con un vestido de una pieza que terminaba arriba de la rodilla. Parecía una princesita en una fiesta de gala. Leyó con gracia un solo cuento. Nunca la había oído leer y en ese momento sentí como si el Pen Internacional de New York hubiera bajado del cielo. No es muy normal ver a una escritora leyendo sobre personajes que lleven bolsas Prada. Esa es la marca de Edna, su imagen transpolada en Lucia a través de su blog. El publico, en su mayoría escritores, editores, e invitados, celebraron con un aplauso. Denise Phé Funchal leyó un texto en prosa. Iba vestida con una camisa a cuadros estilo grunge. Luego resonaron los poemas de Mariano Cantoral, con todo el impulso histérico de la postmodernidad.. A Leonel Juracan lo habíamos visto desde el Bar Central, como perdido, como siempre en una arquitectura demasiado rígida, y ahora que leía sus poemas con voz de obsidiana se petrificaba el miedo y surgían las ramas de arboles ensombrecidos y personajes sin rostro. Le llegó el turno a Manuel Tzoc y sacudió con su glamor verbal todas las conciencias en una risa actuada para todos. Lo interesante de Manuel es que iba contando el inicio de cada poema. Hubo un poema que escribió a fin de año. Textos insanos como siempre. Yo leí un texto largo sobre un pedido literario en el que un fantasma nos observa desde el futuro: J.G. Ballard. Luego leyó Karla Perez y Marcia, y también Numan, una amiga interesante que conocimos esa noche. Hubo otra vuelta de lectura en la que Denisse se oyó más en su estilo. Algo que no sabría definir todavía. Manuel leyó con descaro unos poemas donde aparecían condones, tragos de indita y proposiciones infalibles en el carnaval erótico. Por fin, termino la lectura, con un amigo, que ahí mismo, sobre la mesa, había escrito dos poemas breves. La bola acerada del pinbol cayó al vacío.

La autoridad de la barbarie

Me ha parado la policía: ¿Documento de identificación? No lo traigo, respondo. (Los dos oficiales muy serios), uno de ellos alza un cuader...