lunes, 23 de enero de 2012

Teoría de las Curvas

El jueves pasado asistí a una secreta celebración cultural. Quería visitar la exposición de Juan Francisco Tun, que por alguna súper-idea mediática iba estar en el espacio de la Galería Ultravioleta tan solo por dos horas.  Del pintor tenía la referencia por una entrevista a Ramírez Amaya, en la que el comenta que Tun era un delincuente en el sentido más insurrecto del arte, un criminal. En sus pinturas lo que se respira es la sencillez de la memoria colectiva, los momentos del infantil comienzo del mundo. Tres o cuatro gentes caminando entre la tierra dejando sus huellas, sus pisadas juntas, las arterias, esos trazos que luego Tun hará caminos. Es el génesis en geometría, el balance de la forma, la armonía de la gente. Hay una escena de un hombre con un cigarro más grande que su mano, un volcán que corta el cielo, un cielo que marca el ruido del espacio.
La curva de acontecimientos me llevó a pensar en tanto círculo. En Excéntrico las probabilidades aritméticas de Jazmin Hage. Curvas de erotismo matemático. Trazos de una violencia ingenua y personal. Autorretratos. En correos el pintor Luis Gordillo, un pintor que no había oído, del que terminé hablando, como si lo conociera, con un ferrocarrilero que entró de improviso a ver arte.
Uno podía ir del edificio de correos al Bar Central, y luego subir conversando de todo, saludando viejos amigos, hasta Ultravioleta. Fue un momento que no se repetirá. Una curva de un cometa. 
-Foto. http://28.media.tumblr.com
- Arnoldo Ramírez Amaya habla de Tun.

miércoles, 18 de enero de 2012

Le jeune chien


Chiot mangé le papier beaucoup plus de tomber dans sa bouche. Ainsi, les gens ont dit qu'il a été appris ou pourrait être un écrivain. Il aimait à lire la Bible dans la nuit et puis quelqu'un a dit qu'il pourrait devenir un prédicateur. Sans doute pas un pour donner un groupe de gens pour leur enseigner le Nouveau Testament. Aboyaient toute la nuit depuis la terrasse, l'évangélisation. Un après-midi elle a couru à la recherche de son destin, il y avait ceux qui disaient que ce serait un cas désespéré, un apostat. Tous les matins, il s'est rendu compte que les autres le reconnaissent comme un chien-guide et il le frappa, parce qu'alors je ne savais rien sur le genre de chien, ou de leur nature. Quoi qu'il en soit tenté de mener un couple de chiens beaucoup plus vieux et cigarettes fumées se sentir plus libre de la pensée.Il a rapidement trouvé un chien qui l'a conduit vers le centre de la ville et s'assit à regarder des films en face des rayons de ces magasins. Oubliez les livres et le confort de la maison. Il connaissait un mode de vie. Puis il a remarqué la violence, l'itinérance et jouer. Il a commencé à boire pour tuer le temps.Dans les tavernes anciennes ont vu les alligators dormir au mauvais moment. Les coyotes et les loups trouvés cachés de la loi. Il a vu les animaux tristes et d'autres parlent sans nom en danger pour de longues années de sa condition d'anonymat. Il a vu la mort en face.Jusqu'au jour où une annonce tirée d'un vieux journaux en cherchant un bon journaliste, l'a encouragé. Il est allé à l'adresse et l'étonnement a grandi quand il a vu un pingouin demandons vos coordonnées et poser des questions sur leur expérience dans l'écriture. Réalisation mensonge et obtenu le poste. Il était vêtu d'un costume et j'ai appris a devenir la cravate. Ses chaussures brillait et maintenant, pour quelque raison commencé à dévorer les livres de nouveau. Ne lisez pas, Hart littéralement le secret de son département. Il a appris à entrer dans un compte en banque et a fait un emprunt pour acheter une maison et le jardin. Pour la seule chose qui l'intéressait était le jardin.Il a été quelques années plus tard quand j'ai enfin su ce qui allait être l'amour de sa vie. L'enfant a fini par être le chanceux pingouin, heureux et s'est empressé de la paperasse pour votre mariage. Un mois plus tard, il a célébré à sa promotion à la gestion du journal. Son père lui tapa sur le bord de la piscine où il a sombré avec ses petits-enfants. Et oui, le chiot était devenu une race de chien, une industrie qui maintenant, seulement maintenant pensant peut-être je pourrais aller acheter un animal de compagnie.


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Traducción Google de un texto en proceso.



viernes, 13 de enero de 2012

IMAGINACIÓN Y CREACIÓN POÉTICA

El sol radiante le quemó los ojos. Estaba ahí parada viendo directamente al sol, sin pestañar. Le gustaba ver el aro incandescente y como sus ojos toleraban el fuego brillante hasta que miraba solamente un aro blanco definitivo que la cegaba por unos minutos para ver lo demás del mundo. Era natural que sonriera. Le gustaba todo lo que pasaba en el cielo.
Habana tenía solamente siete años. A los siete años encontró divertido coleccionar arañas, hormigas y pequeños escarabajos en el gran sitio donde vivían en cada cuarto diferentes familias. Se divertía viendo las diferentes formas de las nubes y también miraba atenta, tirada sobre el suelo, los grupos de zopilotes hacer y deshacer triángulos imaginarios. Era curiosa, mucho más curiosa que ninguno de los que había conocido en las escuelas donde trabaje por años. Por eso le prestaba libros de aventuras que leía con un gusto de otro mundo, en cualquier lugar.
La encontraba a veces sentada en la puerta de su cuarto, bajo el aguacatal, en la calle, mientras los demás jugaban a la pelota o las mujeres iban por el pan y se quedaban hablando en las esquinas como perdiendo el tiempo. Me devolvía los libros en una semana y me miraba con su carita de poeta, buscar otro libro en mi desordenado cuarto. Le había prestado los clásicos juveniles desde José Milla hasta Julio Verne. Pero una tarde que llegó a devolverme Corazón de Edmundo D´amicis, tenía a la mano Crimen y Castigo de Fedor Doestoievsky, de pasta dura y con la buena suerte de ser el libro donde había encontrado un billete de diez dólares luego de comprarlo por nada en una venta de libros usados.
Me quedé tratando de leer de nuevo Las Venas abiertas de América Latina, imaginando a Galeano escribir con sus manos largas y su cara de arcángel. Vi para la ventana de Habana y había una luz al ras del suelo que salía por la puerta. Estaba leyendo y ya eran más de las diez. Se podía oír todavía el martillo del zapatero y más allá, unos gemidos furiosos de una pareja de novios que acababan de empezar a vivir solos. Había leído Crimen y Castigo de joven, pero lo había leído por episodios. Por alguna razón perdía siempre el ejemplar. Lo perdí siete veces. Hasta que un compañero de clase me facilitó una copia de su padre. Era un ejemplar muy viejo que además tenía una parte de los Hermanos Karamazov. Esos recuerdos me gustaban muchísimo porque podía imaginar el gozo interior que Habana estaría sintiendo al imaginar, con su capacidad imaginaria, de nuevo al viejo personaje de un Doestoievsky enterrado en algún lugar de Rusia.
Oí pasos cautelosos, pero ya sabía que había una mujer y su hijo grande que robaban de los costales que muchos comerciantes guardaban en el suelo del terreno. La mujer era simple, con un carácter mundano y parecía no darle importancia al hecho de vender a sus hijos, o eso era lo que oíamos de la gente, y la verdad si la habíamos visto embarazada un año antes y luego, en los meses que pudo estar en el hospital, sabíamos que su hijo robaba para vivir. Hasta que la vimos llegar sonriente, pero sin hijo. Sonriente, con una bolsa gigante donde llevaba pan y víveres, entonces las mujeres que se paraban en las esquinas por la tarde empezaron a comentar que una mujer a la que se le muere un hijo no vive feliz como ella, y que tal vez no era cierto. Era lo más seguro, que su hijo hubiera muerto en la cesárea. Me acordaba entonces que debía empezar a documentarme para escribir la biografía de un adinerado doctor de 70 años que se había encontrado pintando, unos años antes unos paisajes dementes en un prestigioso sanatorio. La familia me iba pagar muy bien por retratarlo como un genio.
Salí a fumar para que la mujer y su hijo pudieran irse a dormir con la imposibilidad de seguir sacando cebollas, huevos y aguacates de los costales. La noche era oscura y se podían ver las estrellas enajenadas por la innumerable bastedad del cielo. De pronto sentí que me alumbraron con una linterna.
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http://www.celtiberia.net

jueves, 12 de enero de 2012

DRAKAN


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Había una vez un ser humano que se creía Dragón de Fuego y al mismo tiempo serpiente emplumada. Drakan era su nombre, de día veía oscuro y de noche la luz lo adormecía. Su conocimiento en todo lo que entra sale; de lo que sube, baja; de lo que va y viene; de lo que se calienta se enfría o de todo lo que regresa se vuelve a ir, era absoluta. No podía ocultar el sol con un dedo pero a la luna la detenía con dos manos. Decía que cuando dos se aman, nace una nueva religión apócrifa.

sábado, 7 de enero de 2012

El A, B, C de la lectura

Luego de mucho caminar por el campo o la ciudad, X cree que es tiempo de leer algo. X es un lector agudo y se entretiene por mucho tiempo en esa búsqueda de libros emocionantes, pero aún con todos esos adjetivos el piensa que un libro es un juguete para mayores, un ready made dadaísta. Así que hoy lo hemos encontrado con una fila de pan, unos embutidos, refresco y un libro nuevo para empezar una tarde en tanto que el viento sopla como si quisiera arrancar los árboles. Por fortuna en aquella vegetación hay un alto muro que mitiga las envestidas. X ve la portada del libro y piensa rápidamente en leer el final. Luego de tan atrevida hazaña piensa en todas las formas diferentes en que ha leído un libro. El primero de sus recuerdos lo avienta a un cuarto de hotel, que en realidad es la casa de sus padres, en el que lee El Decameron riéndose feliz, con una acompañante que goza de esa lectura interrumpida con altas carcajadas, una mañana de algún mes del año. X piensa de pronto en lo bien que suena leer un cuento, un buen relato de algún norteamericano de los años 20, alguno de esos muchachos que escribían poemas grotescos para algún periódico alemán y encima se acostaban con mujeres que les toleraban el hambre y las ganas de ir a Michigan de vez en cuando. X recuerda las manchas de café en varios libros. Era su firma. Ha perdido muchos libros y ha regalado otros tantos manchados con café y eso es gracioso. La lectura de un cuento, piensa X, debiera ser como un acto de amor en plena historia. Trata de gozar ese momento de la muerte en la que unos instantes antes, que podrían ser siglos, su vida pasé lentamente y en esa sala personal donde lo juzgue un buen Dios con los pies sobre las butacas, el pueda volver a sentir la felicidad de leer en esos cafés o restaurantes, libros emocionantes en los que siempre asentía como si ellos le fueran dictando la eternidad de las cosas. Ese Dios con poporopos y cocacola, le hablará de la Biblia. Bromearan mientras pasa su vida en esa gran, inmensa, infinita pantalla IMAX en la que Dios le ira diciendo sus faltas con una voz grave, mientras el le roba palomitas de maíz en una distracción en la que el busque algo en el otro asiento y saqué un libro negro en el que rebuscara tu nombre precisamente. Tu tendrás alguna frase celebre como siempre y dirás que todos saben el nombre que les pusieron, pero no el que tienen de verdad y el dirá que es cierto, mientras oyes tu nombre nuevo, el único nombre que tuviste todos esos años que te gritaban ¡inútil vaya por las tortillas! Y entonces, veras los créditos de esa inconmensurable película. Y eso será lo último que leas. 

Picto—grafías

Hace años, Javier Payeras me dio el consejo de leer el ABC of Reading de un exiliado norteamericano en Paris, llamado naturalmente: Ezra...