jueves, 23 de abril de 2009

TRANS- EL ULTIMO CHASH DE BALLARD


Creo en la muerte de las emociones y en el triunfo de la imaginación.
J.G.B.



Pensar en poesía es un poco vivir un instante de desamparo, porque la poesía, lo sabe cualquier niño, esta al final del largo corredor de una muerte muy lenta. Esto ha preocupado a muchos escritores, pero los que mejor a salvado los obstáculos son los escritores de ciencia ficción. J.G. Ballard fue uno de los más reconocidos por dos de sus mayores novelas que además fueron llevadas al cine y vistas por millones. El imperio del Sol y Crash son dos testimonios de un sueño transpuesto que atemoriza a los asépticos y emociona a los románticos con tendencias estrafalarias.
Era un escritor catártico, según veo, en el tiempo que escribió Crash estaba sufriendo la muerte de su mujer, criaba solo a sus tres hijos y convivía con un extraño rencor contra la civilización. Aún recuerdo esa escena, cientos, miles de automóviles en caravanas infinitas como en una autopista perpetua, inevitable y al mismo tiempo poética y mortal. Veo, como se ve, al ver el universo, lo minúsculos e insignificantes que somos y al mismo tiempo es casi una provocación de la época hacernos sentir como unos conquistadores.
Ballard, éste hombre completamente londinense, tenía un gusto afín con Julio Cortazar, los cuadros de Paul Delvaux. También admiraba algunos de Ives Tanguy y Chirico, y el gusto de estos por develar y aún por oscurecer los misterios de la verdad. Amaba muchas cosas que otros no amaban y las revelo para que parte de la humanidad entendiera porque algunos pocos amaban eso que el también amaba, era un juego de amor y masoquismo en el que triunfaba la violencia de la matemática y la ira de la lógica, como el mismo lo dijo en secreto.
Algunas veces, ya no tanto, imagino que la humanidad hará algo contra las posibilidades apocalípticas divinas y mortales que han sido predichas y que toda esta literatura será una de las mayores fascinaciones de los niños del futuro que soñaran de nuevo con la destrucción del mundo. Pero no es así de divertido.

La autoridad de la barbarie

Me ha parado la policía: ¿Documento de identificación? No lo traigo, respondo. (Los dos oficiales muy serios), uno de ellos alza un cuader...