miércoles, 2 de agosto de 2017

Otros 4 litros O la identidad extraviada/ Película de Rodolfo Espinosa.






Toda la generación de los noventas, esa generación X, es casi seguro que se identificará hasta la medula con esta película de Rodolfo Espinosa. Hay códigos generacionales, paisajes que muerden con furia adolescente: Panajachel, lugar de libertad y búsqueda de uno mismo. Hubo un Woodstock mínimo allá en una cancha de basquetbol, con todas esas bandas, entre ellas Bohemia Suburbana con un hambre particular de identidad. Allí bajo la llovizna y la luna, el lago más bello del Mundo, los años dejaron algo en las calles que luego se reprodujo en libros y discos con una garra particular.
En la película lo que se rescata es la nostalgia. Personajes erráticos, cubiertos de  groserías, embrutecidos de una modernidad fugaz, paralizados por la imagen, Master Card y la fast food, todo eso pero también empapados en los problemas existenciales más sublimes, esas pequeñas luchas entre el bien y el mal. Próximas a captar una realidad exacta de nosotros mismos, o intentar simular una identidad propia entre tanto mix. No es entonces una imagen pulida con discursos perfectos de una retórica purificada, sino el desorden mental, el desasosiego del alma de una época global y sin etiquetas permanentes.
La escena del médico naturista por ejemplo un tanto Jodorowsky, pero gastada; del cineasta serio que ya es parodia junto con la extranjera loquita. Identidad extraviada en todo ese cine folk. Romanticismo masoquista en todos y más en Chente. Frases exquisitas como esa de que “…en Guatemala todos somos mayas, pero no lo sabemos”. Nos practicamos un racismo sabroso en contra de nosotros mismos porque no nos conocemos, o nos ignoramos.
El único personaje honesto hasta el punto de parecer idiota, o de parecer una mezcla de autista circunstancial es el Mijo, un desencanto total, una lucidez dolorosa con una suerte a lo Forrest Gump.
¡Me explico?

Nota: El monólogo final del Mijo es, creo yo, una piedra para que tropiecen los especuladores, en realidad es una comedia y se le debe rendir un homenaje contra la seriedad de un país donde es casi inverosimil que viva de presidente un oportunista. 

miércoles, 21 de junio de 2017

Caution wet floor



La vida debiera resumirse a un esperar infinito desde un MacDonald´s. Sentarse a hacer tiempo a alguien en una mesa simple con un café con leche y, solo ver gente pasar, multitudes que esconden un rostro en su ir y venir.

Pasa un anciano caminando lentamente, como queriendo que el tiempo imaginario, fuera, solo por él, detenido un metro por minuto. Una joven de pelo rubio y piel negra, hermosa ella, pasa ágil derrotando la idea del anciano. Una joven muy pensativa va hablando muy confiadamente por un SmartPhone, no sabe que el aparato es incorpóreo. Una adolescente va abrazando un gigante, enorme, oso café y el chico de sus sueños la besa y se ven profundamente a los ojos. Es una imagen veloz.

Una mujer con minifalda, que ya hubiera querido Botero para ampliar sus piernas. Otra, de San Juan Sacatepéquez, quizás socióloga, con su güipil de rayos solares. Un obrero con su mochila infaltable, al hombro, va tirando bocanadas de humo como un tren humano. La madre soltera que empuja la puerta a su hijita fosforescente, que corre desenfrenada a los brazos de un padre insólito, hundido en la soledad que le espera al ver a su antigua novia. Dos extranjeros, de algún país helado, toman fotografías a las sillas gigantes donde ya no cabe el hambre. Son turistas y juegan bien su papel de tontos alucinados.

Los que están adentro ven hacía afuera, los que están afuera, a veces, ven a hacia adentro. Un indigente, de playera amarilla y el pelo blanco, se detiene frente a la puerta y habla muy interesado consigo mismo, pero habla cosas importantes, se puede ver con la pasión que se expresa para él. Un lustrador de zapatos pasa como héroe del día, se ve feliz. Contraste hace un hombre entre la multitud, sonriendo. La gerente del restaurante sale a la acera a tomar aire y se nota que está cansada de la música de oficina que suena adentro con un ruido de palabras cortadas, muy normal en el ambiente.

Cae la tarde y las nubes arden. Los edificios proyectan sus enormes hombros grises sobre la calle delgada. Se van encendiendo las esquinas de las avenidas. Pasa otro obrero, quizás más de prisa, va cansado, pero sabe tanto de poesía con una rosa para su esposa, que le servirá su cena y de seguro, o con suerte para ambos, tenga el muchacho las temerarias fuerzas para hacerle el amor como dios manda.

Por lo tanto, voy a pedir otro refill, para esperarte un poco más en esta silla y, tal vez me anime a escribir algo. Un niño, humilde, es el cierre de mis visiones, parece de tres años y señala para adentro, mientras le da besos a la puerta del MacDonald´s, como un fascinante Axolotl.


miércoles, 7 de junio de 2017

Por ejemplo Romulo y Remo y la Loba/





Soy la vida y estoy viva,
y no es una reiteración irresponsable:
de mi centro he creado personajes nutridos hasta de lobos.
Alma y átomo de la naturaleza soy
Aunque entre mis venas renace la muerte.
Conmigo convive y hasta cree conocerme del todo.

Yo la dejo que lo crea porque existo.
Cada cierto tiempo abro los ojos y recuerdo.
Una vez la vi contándole mentiras a Platón
que reía de gusto inmortal sentado sobre libros.
A veces me divierto en el mar, imaginando monstruos
que asustan a los más ingenuos de ustedes.

miércoles, 31 de mayo de 2017

INFIDENCIA O RECOMENDACION (I)





En las bibliotecas, universos compactos, el silencio no se hace por los que aparentan estudiar, sino por los que duermen: ya sean vivos o muertos, figurativa o literalmente. Tomemos en cuenta, por favor, que existen en esos universos algunos que llevan siglos de sueño; otros, no solo duermen sino que han muerto y, algunos, solo se hacen los dormidos, porque siguen llevándosela de vivos.
En realidad se debería hacer fiesta en las bibliotecas y sus libreras, lejos de parecer fachas imprudentes, lucirían adornos carnavalescos y, tal vez así, las juventudes se emocionarían  con ese oficio que requiere atención concentrada  y mantener la boca cerrada y la mente abierta. Como un dato en suma gracia y confiando de que nadie se dé por aludido, y las autoridades de esa biblioteca no tomen decisiones censurables, me contaron la otra vez,  que en la Universidad del Valle las juventudes han tomado los anaqueles como afrodisiaco y han procreado futuros universitarios entre los confortables libros de botánica y genética.
Hay aún así, en ese cosmos compacto, en esa urbe de sueños y letras, cifras y sabiduría adormecida, algunos que deliberadamente vemos despiertos, de pie, ante la puerta esperando salir a dar un paseo al parque y, olvidarse del olor de la madera en rodajas, que es finalmente, el papel de cada libro.



Foto: todocoleccion.online

lunes, 8 de mayo de 2017

El ring es una página en blanco



Mis puños parecen de luchador
aunque siempre he peleado con lápices de colores
y lapiceros Bic.

Nunca estoy seguro de nada
pero avanzo con rayas y letras.
Siempre solo
pero con una insensata seguridad de mago.
No he descubierto
más que una esquina de mi mismo.
A veces lo logro
a veces lo logran ellas
(las perras negras)
a veces lo logramos todos juntos
ya que mis palabras fueron las tuyas
y mis puntos no son solo mios.

La noche es un mar de cabeza
negro y sin horizontes
-pero sigo peleando por decir-
al menos por intentalo gano
puntos suspensivos. 


 -

Imag. natedsanders.com

viernes, 28 de abril de 2017

Canción que no es.



Para dónde va la Luna.

Esto no es una canción
es el estruendo y agonía
es el testamento del fín
y ella se debana bajo las olas
ebria y perdida.
Ha desperdiciado el regalo.

Mientras escribo
juego a morirme
con una Ice y dos cigarros
con el puñal tras de la espalda
como un bonito souvenir de viaje.

A dónde va la Luna
/si, a dónde irá/
si tu eras mi estrella.
Todo fue maldito.
Todo se ha viciado.
Todo ha errado.
Todo se ha roto.
Rodaste tu y mi cabeza
por el suelo.


-
Anonymous
12" x 16", oil on canvas
Donated by Linda L. Carrubba
May 18, 2008
MOBA #448

martes, 18 de abril de 2017

Juglares del Centro Histórico






Desde hace seis meses y cuatro días vivo en un terreno anacrónico, a unas cuadras del parque Isabel  la Católica. En la esquina de esa casa, se fabrica la ilusión y la magia, aglomerados por las tardes un buen puño de malabaristas,  se afanan en presentar sus destrezas a media calle a un público itinerante que sobrelleva el viaje detrás de los windshields. 
Se relevan o actúan en parejas y logran reunir algunas monedas, de las tres de la tarde a las seis o siete,  que se va el primer grupo a rentar un cuarto a algún hotel cercano; luego regresan más hilarantes a platicar mientras cenan algo liviano, alternándose entre todos para hacer sus juegos con más gracia.
A veces beben, cuando le va bien y, se ven bastante motivados por los dones de Baco, pero no hasta la ceguera, ya que el ejerció logra mantenerlos alerta, mucho más a los extranjeros que terminan relatando sus viajes y la nostalgia por sus manjares natales. A pesar de todo no les preocupa más que existir.
Los conocí de cerca y son bastante solidarios, algunos pocos desconfiados, pero la mayoría se entretiene todo el tiempo en aprender nuevos trucos. Allí se les ve aprender malabares con pelotas, clavas, cuchillos y machetes, fuego y agua; esferas, Ula-ula, y monociclos. Una tarde conocí a una rubiecita esbelta, que equilibraba una pelota en la cabeza, en la boca otra de futbol, girando, sostenida por una cuchara, subida sobre un monociclo mientras hacía malabares de clavas con las dos manos: precisión orquestada y dominio.
Pero no da tanto dinero ese arte antiguo de fluorescencia, que antes se alternaba en las plazas de los pueblos a donde no llegaban grandes circos. Tienen que juntar monedas para comer, pagar un hotel, el precio del transporte de regreso a donde sea su Ítaca personal. Un milagro los mantiene vivos, un impulso del canto y vocación verdadera, la amistad de los pueblos más sencillos, que viajan a pesar de todos los muros invisibles y concretos.
Ahora que llegan las lluvias se dispersan por allí o por allá junto con las aves. Trataran, algunos pocos, de inventarse el sol o tramar un show acuático. Estos juglares modernos pasan por aquí como en las claroscuras películas de Bergman, viendo visiones de gloria a plena intemperie.

Publicado además en La Hora el 21/4/2017
 http://lahora.gt/los-juglares-del-centro-historico/

lunes, 3 de abril de 2017

Estados de Facebook que jamás publicaré



- Si ves girando el mundo y en momento se detiene. Es redondo aunque no me lo creas, aunque no podas entender que ahora mismo aunque estamos de pie nos tiene de cabeza.

-Mi patria es la poesía, aunque sigo exiliado en el relato en prosa.

- Oí que me dijeron que yo había dicho que alquien oyo que yo dije que alguien inventó que yo había imaginado...

-Podría ser, segun los engranajes secretos de la eternidad, que una noche cualquiera, empiece a soñar un sueño que no sea mío, el sueño de otro que aún no ha nacido.

-El poema no es lo que pienso escribir, siempre detras de las palabras se esconde la sin-razón, el por qué es solo una sombra, no un rostro.

- Aburrimiento

Esperar en la Muerte
se fue la vida.
Algo orbital.
Luz intermitente.
Siempre un cuerpo y una noche.
Horas y horas solo para
llegar al fin sin mi.
Recibirte sin nadie adentro.
Cómo esperé tanto tiempo
para darme cuenta plena
de que nunca llegaste
de que yo siempre me iba.


jueves, 30 de marzo de 2017

Restaurante Chino



Hoy estoy leyendo una Guía de Plantas y Flores, necesito poblar mi mente con imágenes para terminar una historia sobre las montañas. Ayer soñé que era padre de un niño inquieto, que a ratos lo recostaba en mi pecho y se quedaba bien dormido. Pero no soy papá de ninguno, más que de mis propios libros escritos entre el ocio y excelentes párrafos de hombres que ya están cargando tierra y laureles disecados en mármol.
Hoy por la mañana asistí a un plantón de ciertos salubristas que gritaban consignas y ordenaban la destitución de cierta ministra de salud. Me gusto el día soleado y ver aquel campamento de trabajadores hablando de todo, entre carpas y colchones sencillos tirados en las aceras o entre sus tiendas de campaña. 
Escribí esta nota errante como si estuviera escribiendo una carta para meterla en una botella y aventarla a la mar. Recordé, mientras hojeaba el libro, que en la casita de mi abuela materna conocí las fucsias y los geranios, las hormigas domesticadas por los corredores y el patio, las ordenadas estrellas y las nubes. En esos días mi madre insistía en trajearme como mi padre ausente, allí fue donde entendí que la corbata es un accesorio tan misterioso como la horca. Además de esto, siempre por las tardes me da cierta incertidumbre, bebiendo en un restaurante chino, de que alguien se dé cuenta de que en realidad no soy un escritor; pero lo olvido, o lo resisto tranquilamente, cuando visito el Facebook y me doy cuenta de la cantidad de muchachos que publican el mismo miedo.
Tal vez hoy sueñe, que soy un fantasma alado hecho de concreto, parado heroicamente sobre una tumba.   

Picto—grafías

Hace años, Javier Payeras me dio el consejo de leer el ABC of Reading de un exiliado norteamericano en Paris, llamado naturalmente: Ezra...